Publicado en el semanario Sietedías, No. 83, 13 de septiembre de 1998.
Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar
"¿Qué es lo que está esperando el gobierno del estado: una guerrilla cultural, un comando armado que realice acciones de sabotaje, haga toma de instalaciones, secuestro de funcionarios, ajusticiamiento?", se pregunta Óscar Hernández. El escritor y columnista periodístico manifiesta también su tristeza porque "el gobierno del estado como que no toma en serio las voces de crítica, no les da importancia".
Y es que a lo largo de los casi diez años de vida del Instituto de Cultura de Baja California, en distintos momentos pero de manera reiterada se han levantado las voces de protesta de los artistas locales, quienes han exigido que los funcionarios y las autoridades cumplan con la ley de creación de la dependencia oficialmente descentralizada, asumiendo su deber de promover y difundir la cultura local.
Pero al parecer el gobierno del estado ni los ve ni los oye. Con el control del Instituto de Cultura completamente en sus manos –pues el Consejo Directivo está conformado por titulares de diversas dependencias gubernamentales y sólo un representante de los artistas bajacalifornianos–, la actual administración estatal ha llegado incluso a "cambiar la función esencial" del ICBC, según queja del pintor Rubén García Benavides, presidente del Consejo Consultivo del Instituto y por lo mismo el representante de los artistas en el Consejo Directivo.
Las protestas han crecido en número e intensidad, sin que los creadores locales sean atendidos por las autoridades. Durante su campaña –recuerda Hernández–, el candidato panista Héctor Terán Terán invitó a los artistas de la entidad a una reunión en Tijuana, para escuchar sus inquietudes y propuestas.
Pero ahí quedó todo.
Después, cuando el malestar hacia la actual administración del ICBC era ya evidente, un grupo de artistas se entrevistaron con el secretario de Educación y Bienestar Social, Virgilio Muñoz Pérez. Al cabo de una prolongada antesala, el funcionario recibió a los creadores y por más de media hora les expuso las bondades de la labor que realiza el Instituto de Cultura bajo la dirección de Francisco Bernal García.
Entre los participantes en la reunión se encontraban el propio Hernández, la poeta María Edma Gómez –coordinadora de la asociación civil Arte y Literatura, que edita la revista Aquilón– y la maestra de danza en la UABC Carmen Bojórquez. Ahí, esta última expuso al funcionario teranista sus críticas al trabajo del ICBC y la respuesta de Muñoz Pérez fue: "A mí no me venga a decir nada, todo demuéstremelo con papelitos".
El mismo titular de la SEBS se mostró esquivo e incluso molesto en agosto de 1997, cuando Sietedías lo abordó en la ciudad de Tijuana para solicitarle su punto de vista respecto a las críticas de deficiencia administrativa que la Contraloría del estado había vertido sobre el ICBC. Tras haberse negado inicialmente a responder las preguntas de la reportera Celina García Montoya, Muñoz Pérez reconsideró su actitud y, al mismo tiempo que daba un espaldarazo a Bernal García, reclamó a la corresponsal: "No busquemos problemas donde no los hay, no busquemos notas periodísticas donde no las hay".
Por esas fechas también, alrededor de sesenta artistas e intelectuales del estado (escritores, pintores, actores teatrales, coreógrafos) e incluso instituciones de arte enviaron una carta al gobernador Héctor Terán, donde incluso le pedían la remoción del director general del ICBC. Hernández, uno de los firmantes del documento, lamenta ahora: "No ocurrió nada". Por lo mismo, se expresa escéptico ante la disposición al diálogo que mostró en entrevista reciente con Sietedías el actual titular de la SEBS, Lorenzo Gómez-Morín: "También Virgilio nos recibió y nos escuchó".
"Las protestas vienen desde hace mucho tiempo –dice María Edma Gómez–. Recuerdo cartas de Carlos Gutiérrez Vidal, de Ángel Norzagaray; los músicos, los bailarines, han protestado. Creo que todos han dicho lo que han tenido que decir en su momento”. Agrega: "Sí somos pocos, no somos un grupo muy grande y tal vez eso haga que no nos tomen en cuenta, pero yo creo que el gobierno no nos debería menospreciar, debemos tener un lugar. Desconozco si el gobierno ha citado a alguna junta para decirnos a todo el grupo: acérquense, queremos saber su opinión, no necesariamente para tomar una medida drástica, sino cuando menos para que nos escuchen".
En la conversación con Sietedías, Gómez-Morín anunció que en los días siguientes buscaría entrevistarse con Gabriel Trujillo Muñoz, escritor dimitente del Consejo Consultivo del ICBC. Sin embargo, hasta el cierre de la presente edición, el poeta no había sido buscado por el funcionario, según informó aquél al reportero.
Dispersión y desconfianza
En 1992, también inconformes con el desempeño del ICBC –entonces dirigido por el actual titular de Inmobiliaria del Estado, Manuel Felipe Bejarano Giacomán–, artistas e intelectuales de la entidad realizaron los que llamaron Foros por la Defensa de la Cultura Bajacaliforniana.
–¿Por qué los artistas no han mostrado ahora un frente común, como hace seis años?
–Se generó un desánimo multitudinario (en la comunidad cultural, ante la falta de respuesta de las autoridades) –considera Hernández–; dicen: "para qué protestar, para qué perder el tiempo". Incluso ha surgido una desconfianza en el gremio y si tú quieres encabezar una protesta te dicen: ¿qué andas buscando, quieres un hueso?
–¿Hay realmente una comunidad artística o sólo son grupos o individualidades que persiguen intereses particulares?
–Existen grupos y esos grupos conforman una comunidad. Pero no es una comunidad homogénea, sino que hay diferencias, matices. Lo que los hermana es el afán de la creatividad artística y cultural. Son inevitables los grupúsculos, las mafias, como reflejo del provincianismo. En la literatura eso es muy común.
Recuerda el entrevistado cómo siempre ha existido la polémica alrededor del Instituto de Cultura, discusión que ha proseguido hasta hoy "porque no todo mundo está satisfecho". Explica: "Podemos decir que hay dos bandos: los que están adentro, que reciben apoyos y que ahí cobran, y los que están fuera, que no les toca nada. Aparentemente eso continúa. El grupo de que se rodeó Bernal es el favorecido; los demás están como perros hambrientos. Pero lo que pasa es que ahora son más los insatisfechos, hasta ese grupito selecto”.
"El caso de Gabriel (Trujillo Muñoz) es muy notorio –agrega–. Mientras estuvo cosechando favores, recibiendo ahí el afecto, el cariño, no decía nada; después algo pasó y ya cayó en cuenta de que el Instituto no estaba funcionando como debiera".
El también poeta Tomás Di Bella –autor de la obra La poesía genealógica, que editará el Instituto de Cultura supuestamente antes de que finalice el año, y reciente ganador del premio binacional de poesía Federico García Lorca, convocado por la Universidad Iberoamericana y la Casa de España– señala: "No hay una fuerza como comunidad artística que plantee un panorama a seguir, junto con las instituciones; que esta comunidad se convierta en un surtidor de propuestas, de ideas. Para que exista eso me imagino que debería haber una especie de cooperativa de artistas, no sé".
"La comunidad intelectual está dispersa –prosigue–, no es un grupo organizado con estatutos y reglamentos. Quizá haya alianzas de pronto, por intereses particulares y comunes, pero hasta ahí".
–¿Está desunida la comunidad cultural?
–Yo pienso que sí –contesta María Edma Gómez–. Hay grupos donde, por su mismo trabajo individual, el artista no se interesa por lo que les está sucediendo a otros grupos. Y eso es en detrimento de la comunidad.
"Como comunidad deberíamos acercarnos un poco –agrega–, reflexionar en lo que nos podría unir. Deberíamos tener una reunión, por lo menos para conocer las expectativas comunes. Desconocemos nuestras realidades, nuestras inquietudes, nuestras metas; no nos conocemos realmente. Podemos saludarnos, quizás hasta hacer una crítica en una lectura, pero en lo personal nunca hemos platicado profundamente, nunca hemos llegado a un objetivo común".
Posturas divergentes
Aunque es generalizado el descontento de los artistas locales ante lo que consideran una falta de actividad del Instituto de Cultura, son pocos los que se atreven a manifestar sus puntos de vista de manera pública. "Últimamente la comunidad ha sido crítica en algunos momentos especiales, pero la ha dejado a un lado (a la crítica) –dice María Edma Gómez–. No entiendo por qué, debe haber una situación especial por lo que haya sucedido".
Pero los puntos de vista existentes entre los artistas locales son distintos, dice la poeta Aglae Margalli, miembro del Consejo Editorial del ICBC y recientemente ganadora del Premio Estatal de Poesía, convocado por el Instituto de Cultura y que le otorgó un jurado integrado por los poetas Eduardo Milán, José Vicente Anaya y Verónica Volkow.
"No debemos caer en maniqueísmos, ni santificar ni satanizar. Es válido expresarse, pero la situación siempre es mucho más compleja que lo que parece a simple vista –expone–. Siempre hay inconformidades y no va a dejar de haberlas. Es muy saludable que se externen las opiniones, que se den las polémicas en todos los sentidos; lo malo es lo contrario: la apatía, la indiferencia".
–¿Por qué usted no ha participado en la polémica?
–Yo prefiero ponerme a trabajar.
Margalli, al igual que Óscar Hernández, es integrante del grupo Arte y Literatura, A.C., que como tal tampoco ha expresado públicamente su postura acerca de la labor realizada por el ICBC. "El grupo se ha dedicado más a trabajar –explica María Edma Gómez, su coordinadora–. Desde el principio nuestros objetivos han sido el trabajo, el esfuerzo, ser incluyentes, tratar de evitar el grupismo. Casi no tenemos tiempo para desgastarnos en protestas inútiles, porque no se resuelve nada. No es una prioridad para nosotros. No queremos entrar en polémicas de políticas ni de ningún tipo".
"Como grupo estamos un poquito apartados de esta situación –reconoce–, aunque creo que valdría la pena reflexionar. Claro que en determinado momento defenderemos lo que tenemos que defender. Pero todos estamos comprometidos, porque personalmente damos nuestra opinión".
En el interior de esta asociación civil "hay posturas divergentes respecto al ICBC –revela Hernández–. Por ejemplo, tenemos el caso de Aglae Margalli, que está colaborando en el Instituto, forma parte del Consejo Editorial; tenemos el caso de Óscar Sánchez, que creo que tiene a un hijo trabajando allí. Entonces a ellos no les interesa tener una postura crítica con el Instituto. Sin embargo, María Edma Gómez, Benito Gámez, Olga Angulo, yo, sí quisiéramos asumir una postura como grupo, pero no podemos. Entonces, lo que hacemos es expresarla de manera individual".
"Y eso es válido –dice–, porque si ahondamos en las diferencias el grupo corre peligro".
–¿Y tú por qué no has participado en la discusión públicamente? –cuestiona el reportero a Di Bella.
–El primer precepto que tengo es que lo mejor que puedo hacer, para no agravar un problema, es no opinar. A partir de ese precepto tengo mucho cuidado, no por miedo a las instituciones, sino a equivocarme rotundamente. Entonces, soy muy cauteloso en esto. Y también porque algunas querellas que han sucedido las considero estériles, en un momento dado, porque para mí la solución no está en quitar un individuo, sino en ver de fondo un cambio de estructuras".
Líderes, pero no caudillos
–¿Existen actualmente líderes en la comunidad artística bajacaliforniana?
–Hay personas con representatividad, que tienen un trabajo con trayectoria, serio –responde María Edma Gómez–. Son personas conocidas, que han ganado premios, que están en el ambiente.
–¿Por qué no se han aglutinado esfuerzos como en 1992?
–Tal vez los líderes ahora están ocupados en trabajos personales. Pienso que hay etapas, se dan las condiciones en un momento y a veces una gota de agua puede derramar el vaso. Siento que ahorita quizás las condiciones no están dadas, quizás los que fueron líderes en aquel tiempo (yo no estuve presente en aquellas reuniones), [hoy] no quieren encabezar ninguna protesta.
–Sí existen los liderazgos –asegura Hernández–, porque han destacado, pero no por eso van a ser los guías o los caudillos. Es el ICBC el que debería aglutinar a los artistas, no como una meta política, sino en el afán de trascendencia. Pero carece de un liderazgo real, efectivo.
–¿Qué crees tú que pase?
–Ojalá que el gobierno del estado mostrara realmente interés por lo que dicen los artistas e intelectuales; me da tristeza que no toma en serio lo que está pasando. ¿Esperarán una guerrilla cultural? No ven una crítica honesta en los artistas; pero no es así, hay una preocupación sincera. Ya no se piensa en términos personales, sino que se quiere que el gobierno cumpla con su responsabilidad de promocionar el arte y la cultura en Baja California.
"Al gobierno debería interesarle tener una comunidad más culta, más preparada –prosigue–, y eso haría que se detuviera el comercialismo, que bajaran los índices de criminalidad.
"Hace falta que haya funcionarios cultos. Lo más escandaloso es que la mayoría de los funcionarios tienen un nivel cultural de primaria. Eso es muy triste".
"¿Qué es lo que está esperando el gobierno del estado: una guerrilla cultural, un comando armado que realice acciones de sabotaje, haga toma de instalaciones, secuestro de funcionarios, ajusticiamiento?", se pregunta Óscar Hernández. El escritor y columnista periodístico manifiesta también su tristeza porque "el gobierno del estado como que no toma en serio las voces de crítica, no les da importancia".
Y es que a lo largo de los casi diez años de vida del Instituto de Cultura de Baja California, en distintos momentos pero de manera reiterada se han levantado las voces de protesta de los artistas locales, quienes han exigido que los funcionarios y las autoridades cumplan con la ley de creación de la dependencia oficialmente descentralizada, asumiendo su deber de promover y difundir la cultura local.
Pero al parecer el gobierno del estado ni los ve ni los oye. Con el control del Instituto de Cultura completamente en sus manos –pues el Consejo Directivo está conformado por titulares de diversas dependencias gubernamentales y sólo un representante de los artistas bajacalifornianos–, la actual administración estatal ha llegado incluso a "cambiar la función esencial" del ICBC, según queja del pintor Rubén García Benavides, presidente del Consejo Consultivo del Instituto y por lo mismo el representante de los artistas en el Consejo Directivo.
Las protestas han crecido en número e intensidad, sin que los creadores locales sean atendidos por las autoridades. Durante su campaña –recuerda Hernández–, el candidato panista Héctor Terán Terán invitó a los artistas de la entidad a una reunión en Tijuana, para escuchar sus inquietudes y propuestas.
Pero ahí quedó todo.
Después, cuando el malestar hacia la actual administración del ICBC era ya evidente, un grupo de artistas se entrevistaron con el secretario de Educación y Bienestar Social, Virgilio Muñoz Pérez. Al cabo de una prolongada antesala, el funcionario recibió a los creadores y por más de media hora les expuso las bondades de la labor que realiza el Instituto de Cultura bajo la dirección de Francisco Bernal García.
Entre los participantes en la reunión se encontraban el propio Hernández, la poeta María Edma Gómez –coordinadora de la asociación civil Arte y Literatura, que edita la revista Aquilón– y la maestra de danza en la UABC Carmen Bojórquez. Ahí, esta última expuso al funcionario teranista sus críticas al trabajo del ICBC y la respuesta de Muñoz Pérez fue: "A mí no me venga a decir nada, todo demuéstremelo con papelitos".
El mismo titular de la SEBS se mostró esquivo e incluso molesto en agosto de 1997, cuando Sietedías lo abordó en la ciudad de Tijuana para solicitarle su punto de vista respecto a las críticas de deficiencia administrativa que la Contraloría del estado había vertido sobre el ICBC. Tras haberse negado inicialmente a responder las preguntas de la reportera Celina García Montoya, Muñoz Pérez reconsideró su actitud y, al mismo tiempo que daba un espaldarazo a Bernal García, reclamó a la corresponsal: "No busquemos problemas donde no los hay, no busquemos notas periodísticas donde no las hay".
Por esas fechas también, alrededor de sesenta artistas e intelectuales del estado (escritores, pintores, actores teatrales, coreógrafos) e incluso instituciones de arte enviaron una carta al gobernador Héctor Terán, donde incluso le pedían la remoción del director general del ICBC. Hernández, uno de los firmantes del documento, lamenta ahora: "No ocurrió nada". Por lo mismo, se expresa escéptico ante la disposición al diálogo que mostró en entrevista reciente con Sietedías el actual titular de la SEBS, Lorenzo Gómez-Morín: "También Virgilio nos recibió y nos escuchó".
"Las protestas vienen desde hace mucho tiempo –dice María Edma Gómez–. Recuerdo cartas de Carlos Gutiérrez Vidal, de Ángel Norzagaray; los músicos, los bailarines, han protestado. Creo que todos han dicho lo que han tenido que decir en su momento”. Agrega: "Sí somos pocos, no somos un grupo muy grande y tal vez eso haga que no nos tomen en cuenta, pero yo creo que el gobierno no nos debería menospreciar, debemos tener un lugar. Desconozco si el gobierno ha citado a alguna junta para decirnos a todo el grupo: acérquense, queremos saber su opinión, no necesariamente para tomar una medida drástica, sino cuando menos para que nos escuchen".
En la conversación con Sietedías, Gómez-Morín anunció que en los días siguientes buscaría entrevistarse con Gabriel Trujillo Muñoz, escritor dimitente del Consejo Consultivo del ICBC. Sin embargo, hasta el cierre de la presente edición, el poeta no había sido buscado por el funcionario, según informó aquél al reportero.
Dispersión y desconfianza
En 1992, también inconformes con el desempeño del ICBC –entonces dirigido por el actual titular de Inmobiliaria del Estado, Manuel Felipe Bejarano Giacomán–, artistas e intelectuales de la entidad realizaron los que llamaron Foros por la Defensa de la Cultura Bajacaliforniana.
–¿Por qué los artistas no han mostrado ahora un frente común, como hace seis años?
–Se generó un desánimo multitudinario (en la comunidad cultural, ante la falta de respuesta de las autoridades) –considera Hernández–; dicen: "para qué protestar, para qué perder el tiempo". Incluso ha surgido una desconfianza en el gremio y si tú quieres encabezar una protesta te dicen: ¿qué andas buscando, quieres un hueso?
–¿Hay realmente una comunidad artística o sólo son grupos o individualidades que persiguen intereses particulares?
–Existen grupos y esos grupos conforman una comunidad. Pero no es una comunidad homogénea, sino que hay diferencias, matices. Lo que los hermana es el afán de la creatividad artística y cultural. Son inevitables los grupúsculos, las mafias, como reflejo del provincianismo. En la literatura eso es muy común.
Recuerda el entrevistado cómo siempre ha existido la polémica alrededor del Instituto de Cultura, discusión que ha proseguido hasta hoy "porque no todo mundo está satisfecho". Explica: "Podemos decir que hay dos bandos: los que están adentro, que reciben apoyos y que ahí cobran, y los que están fuera, que no les toca nada. Aparentemente eso continúa. El grupo de que se rodeó Bernal es el favorecido; los demás están como perros hambrientos. Pero lo que pasa es que ahora son más los insatisfechos, hasta ese grupito selecto”.
"El caso de Gabriel (Trujillo Muñoz) es muy notorio –agrega–. Mientras estuvo cosechando favores, recibiendo ahí el afecto, el cariño, no decía nada; después algo pasó y ya cayó en cuenta de que el Instituto no estaba funcionando como debiera".
El también poeta Tomás Di Bella –autor de la obra La poesía genealógica, que editará el Instituto de Cultura supuestamente antes de que finalice el año, y reciente ganador del premio binacional de poesía Federico García Lorca, convocado por la Universidad Iberoamericana y la Casa de España– señala: "No hay una fuerza como comunidad artística que plantee un panorama a seguir, junto con las instituciones; que esta comunidad se convierta en un surtidor de propuestas, de ideas. Para que exista eso me imagino que debería haber una especie de cooperativa de artistas, no sé".
"La comunidad intelectual está dispersa –prosigue–, no es un grupo organizado con estatutos y reglamentos. Quizá haya alianzas de pronto, por intereses particulares y comunes, pero hasta ahí".
–¿Está desunida la comunidad cultural?
–Yo pienso que sí –contesta María Edma Gómez–. Hay grupos donde, por su mismo trabajo individual, el artista no se interesa por lo que les está sucediendo a otros grupos. Y eso es en detrimento de la comunidad.
"Como comunidad deberíamos acercarnos un poco –agrega–, reflexionar en lo que nos podría unir. Deberíamos tener una reunión, por lo menos para conocer las expectativas comunes. Desconocemos nuestras realidades, nuestras inquietudes, nuestras metas; no nos conocemos realmente. Podemos saludarnos, quizás hasta hacer una crítica en una lectura, pero en lo personal nunca hemos platicado profundamente, nunca hemos llegado a un objetivo común".
Posturas divergentes
Aunque es generalizado el descontento de los artistas locales ante lo que consideran una falta de actividad del Instituto de Cultura, son pocos los que se atreven a manifestar sus puntos de vista de manera pública. "Últimamente la comunidad ha sido crítica en algunos momentos especiales, pero la ha dejado a un lado (a la crítica) –dice María Edma Gómez–. No entiendo por qué, debe haber una situación especial por lo que haya sucedido".
Pero los puntos de vista existentes entre los artistas locales son distintos, dice la poeta Aglae Margalli, miembro del Consejo Editorial del ICBC y recientemente ganadora del Premio Estatal de Poesía, convocado por el Instituto de Cultura y que le otorgó un jurado integrado por los poetas Eduardo Milán, José Vicente Anaya y Verónica Volkow.
"No debemos caer en maniqueísmos, ni santificar ni satanizar. Es válido expresarse, pero la situación siempre es mucho más compleja que lo que parece a simple vista –expone–. Siempre hay inconformidades y no va a dejar de haberlas. Es muy saludable que se externen las opiniones, que se den las polémicas en todos los sentidos; lo malo es lo contrario: la apatía, la indiferencia".
–¿Por qué usted no ha participado en la polémica?
–Yo prefiero ponerme a trabajar.
Margalli, al igual que Óscar Hernández, es integrante del grupo Arte y Literatura, A.C., que como tal tampoco ha expresado públicamente su postura acerca de la labor realizada por el ICBC. "El grupo se ha dedicado más a trabajar –explica María Edma Gómez, su coordinadora–. Desde el principio nuestros objetivos han sido el trabajo, el esfuerzo, ser incluyentes, tratar de evitar el grupismo. Casi no tenemos tiempo para desgastarnos en protestas inútiles, porque no se resuelve nada. No es una prioridad para nosotros. No queremos entrar en polémicas de políticas ni de ningún tipo".
"Como grupo estamos un poquito apartados de esta situación –reconoce–, aunque creo que valdría la pena reflexionar. Claro que en determinado momento defenderemos lo que tenemos que defender. Pero todos estamos comprometidos, porque personalmente damos nuestra opinión".
En el interior de esta asociación civil "hay posturas divergentes respecto al ICBC –revela Hernández–. Por ejemplo, tenemos el caso de Aglae Margalli, que está colaborando en el Instituto, forma parte del Consejo Editorial; tenemos el caso de Óscar Sánchez, que creo que tiene a un hijo trabajando allí. Entonces a ellos no les interesa tener una postura crítica con el Instituto. Sin embargo, María Edma Gómez, Benito Gámez, Olga Angulo, yo, sí quisiéramos asumir una postura como grupo, pero no podemos. Entonces, lo que hacemos es expresarla de manera individual".
"Y eso es válido –dice–, porque si ahondamos en las diferencias el grupo corre peligro".
–¿Y tú por qué no has participado en la discusión públicamente? –cuestiona el reportero a Di Bella.
–El primer precepto que tengo es que lo mejor que puedo hacer, para no agravar un problema, es no opinar. A partir de ese precepto tengo mucho cuidado, no por miedo a las instituciones, sino a equivocarme rotundamente. Entonces, soy muy cauteloso en esto. Y también porque algunas querellas que han sucedido las considero estériles, en un momento dado, porque para mí la solución no está en quitar un individuo, sino en ver de fondo un cambio de estructuras".
Líderes, pero no caudillos
–¿Existen actualmente líderes en la comunidad artística bajacaliforniana?
–Hay personas con representatividad, que tienen un trabajo con trayectoria, serio –responde María Edma Gómez–. Son personas conocidas, que han ganado premios, que están en el ambiente.
–¿Por qué no se han aglutinado esfuerzos como en 1992?
–Tal vez los líderes ahora están ocupados en trabajos personales. Pienso que hay etapas, se dan las condiciones en un momento y a veces una gota de agua puede derramar el vaso. Siento que ahorita quizás las condiciones no están dadas, quizás los que fueron líderes en aquel tiempo (yo no estuve presente en aquellas reuniones), [hoy] no quieren encabezar ninguna protesta.
–Sí existen los liderazgos –asegura Hernández–, porque han destacado, pero no por eso van a ser los guías o los caudillos. Es el ICBC el que debería aglutinar a los artistas, no como una meta política, sino en el afán de trascendencia. Pero carece de un liderazgo real, efectivo.
–¿Qué crees tú que pase?
–Ojalá que el gobierno del estado mostrara realmente interés por lo que dicen los artistas e intelectuales; me da tristeza que no toma en serio lo que está pasando. ¿Esperarán una guerrilla cultural? No ven una crítica honesta en los artistas; pero no es así, hay una preocupación sincera. Ya no se piensa en términos personales, sino que se quiere que el gobierno cumpla con su responsabilidad de promocionar el arte y la cultura en Baja California.
"Al gobierno debería interesarle tener una comunidad más culta, más preparada –prosigue–, y eso haría que se detuviera el comercialismo, que bajaran los índices de criminalidad.
"Hace falta que haya funcionarios cultos. Lo más escandaloso es que la mayoría de los funcionarios tienen un nivel cultural de primaria. Eso es muy triste".