REVISTA DE POR ACÁ

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viernes, 19 de diciembre de 2008

El desánimo de la comunidad, frente a la sordera gubernamental


Publicado en el semanario Sietedías, No. 83, 13 de septiembre de 1998.

Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

"¿Qué es lo que está esperando el gobierno del estado: una guerrilla cultural, un comando armado que realice acciones de sabotaje, haga toma de instalaciones, secuestro de funcionarios, ajusticiamiento?", se pregunta Óscar Hernández. El escritor y columnista periodístico manifiesta también su tristeza porque "el gobierno del estado como que no toma en serio las voces de crítica, no les da importancia".

Y es que a lo largo de los casi diez años de vida del Instituto de Cultura de Baja California, en distintos momentos pero de manera reiterada se han levantado las voces de protesta de los artistas locales, quienes han exigido que los funcionarios y las autoridades cumplan con la ley de creación de la dependencia oficialmente descentralizada, asumiendo su deber de promover y difundir la cultura local.

Pero al parecer el gobierno del estado ni los ve ni los oye. Con el control del Instituto de Cultura completamente en sus manos –pues el Consejo Directivo está conformado por titulares de diversas dependencias gubernamentales y sólo un representante de los artistas bajacalifornianos–, la actual administración estatal ha llegado incluso a "cambiar la función esencial" del ICBC, según queja del pintor Rubén García Benavides, presidente del Consejo Consultivo del Instituto y por lo mismo el representante de los artistas en el Consejo Directivo.

Las protestas han crecido en número e intensidad, sin que los creadores locales sean atendidos por las autoridades. Durante su campaña –recuerda Hernández–, el candidato panista Héctor Terán Terán invitó a los artistas de la entidad a una reunión en Tijuana, para escuchar sus inquietudes y propuestas.

Pero ahí quedó todo.

Después, cuando el malestar hacia la actual administración del ICBC era ya evidente, un grupo de artistas se entrevistaron con el secretario de Educación y Bienestar Social, Virgilio Muñoz Pérez. Al cabo de una prolongada antesala, el funcionario recibió a los creadores y por más de media hora les expuso las bondades de la labor que realiza el Instituto de Cultura bajo la dirección de Francisco Bernal García.

Entre los participantes en la reunión se encontraban el propio Hernández, la poeta María Edma Gómez –coordinadora de la asociación civil Arte y Literatura, que edita la revista Aquilón– y la maestra de danza en la UABC Carmen Bojórquez. Ahí, esta última expuso al funcionario teranista sus críticas al trabajo del ICBC y la respuesta de Muñoz Pérez fue: "A mí no me venga a decir nada, todo demuéstremelo con papelitos".

El mismo titular de la SEBS se mostró esquivo e incluso molesto en agosto de 1997, cuando Sietedías lo abordó en la ciudad de Tijuana para solicitarle su punto de vista respecto a las críticas de deficiencia administrativa que la Contraloría del estado había vertido sobre el ICBC. Tras haberse negado inicialmente a responder las preguntas de la reportera Celina García Montoya, Muñoz Pérez reconsideró su actitud y, al mismo tiempo que daba un espaldarazo a Bernal García, reclamó a la corresponsal: "No busquemos problemas donde no los hay, no busquemos notas periodísticas donde no las hay".

Por esas fechas también, alrededor de sesenta artistas e intelectuales del estado (escritores, pintores, actores teatrales, coreógrafos) e incluso instituciones de arte enviaron una carta al gobernador Héctor Terán, donde incluso le pedían la remoción del director general del ICBC. Hernández, uno de los firmantes del documento, lamenta ahora: "No ocurrió nada". Por lo mismo, se expresa escéptico ante la disposición al diálogo que mostró en entrevista reciente con Sietedías el actual titular de la SEBS, Lorenzo Gómez-Morín: "También Virgilio nos recibió y nos escuchó".

"Las protestas vienen desde hace mucho tiempo –dice María Edma Gómez–. Recuerdo cartas de Carlos Gutiérrez Vidal, de Ángel Norzagaray; los músicos, los bailarines, han protestado. Creo que todos han dicho lo que han tenido que decir en su momento”. Agrega: "Sí somos pocos, no somos un grupo muy grande y tal vez eso haga que no nos tomen en cuenta, pero yo creo que el gobierno no nos debería menospreciar, debemos tener un lugar. Desconozco si el gobierno ha citado a alguna junta para decirnos a todo el grupo: acérquense, queremos saber su opinión, no necesariamente para tomar una medida drástica, sino cuando menos para que nos escuchen".

En la conversación con Sietedías, Gómez-Morín anunció que en los días siguientes buscaría entrevistarse con Gabriel Trujillo Muñoz, escritor dimitente del Consejo Consultivo del ICBC. Sin embargo, hasta el cierre de la presente edición, el poeta no había sido buscado por el funcionario, según informó aquél al reportero.


Dispersión y desconfianza

En 1992, también inconformes con el desempeño del ICBC –entonces dirigido por el actual titular de Inmobiliaria del Estado, Manuel Felipe Bejarano Giacomán–, artistas e intelectuales de la entidad realizaron los que llamaron Foros por la Defensa de la Cultura Bajacaliforniana.

–¿Por qué los artistas no han mostrado ahora un frente común, como hace seis años?

–Se generó un desánimo multitudinario (en la comunidad cultural, ante la falta de respuesta de las autoridades) –considera Hernández–; dicen: "para qué protestar, para qué perder el tiempo". Incluso ha surgido una desconfianza en el gremio y si tú quieres encabezar una protesta te dicen: ¿qué andas buscando, quieres un hueso?

–¿Hay realmente una comunidad artística o sólo son grupos o individualidades que persiguen intereses particulares?

–Existen grupos y esos grupos conforman una comunidad. Pero no es una comunidad homogénea, sino que hay diferencias, matices. Lo que los hermana es el afán de la creatividad artística y cultural. Son inevitables los grupúsculos, las mafias, como reflejo del provincianismo. En la literatura eso es muy común.

Recuerda el entrevistado cómo siempre ha existido la polémica alrededor del Instituto de Cultura, discusión que ha proseguido hasta hoy "porque no todo mundo está satisfecho". Explica: "Podemos decir que hay dos bandos: los que están adentro, que reciben apoyos y que ahí cobran, y los que están fuera, que no les toca nada. Aparentemente eso continúa. El grupo de que se rodeó Bernal es el favorecido; los demás están como perros hambrientos. Pero lo que pasa es que ahora son más los insatisfechos, hasta ese grupito selecto”.

"El caso de Gabriel (Trujillo Muñoz) es muy notorio –agrega–. Mientras estuvo cosechando favores, recibiendo ahí el afecto, el cariño, no decía nada; después algo pasó y ya cayó en cuenta de que el Instituto no estaba funcionando como debiera".

El también poeta Tomás Di Bella –autor de la obra La poesía genealógica, que editará el Instituto de Cultura supuestamente antes de que finalice el año, y reciente ganador del premio binacional de poesía Federico García Lorca, convocado por la Universidad Iberoamericana y la Casa de España– señala: "No hay una fuerza como comunidad artística que plantee un panorama a seguir, junto con las instituciones; que esta comunidad se convierta en un surtidor de propuestas, de ideas. Para que exista eso me imagino que debería haber una especie de cooperativa de artistas, no sé".

"La comunidad intelectual está dispersa –prosigue–, no es un grupo organizado con estatutos y reglamentos. Quizá haya alianzas de pronto, por intereses particulares y comunes, pero hasta ahí".

–¿Está desunida la comunidad cultural?

–Yo pienso que sí –contesta María Edma Gómez–. Hay grupos donde, por su mismo trabajo individual, el artista no se interesa por lo que les está sucediendo a otros grupos. Y eso es en detrimento de la comunidad.

"Como comunidad deberíamos acercarnos un poco –agrega–, reflexionar en lo que nos podría unir. Deberíamos tener una reunión, por lo menos para conocer las expectativas comunes. Desconocemos nuestras realidades, nuestras inquietudes, nuestras metas; no nos conocemos realmente. Podemos saludarnos, quizás hasta hacer una crítica en una lectura, pero en lo personal nunca hemos platicado profundamente, nunca hemos llegado a un objetivo común".


Posturas divergentes

Aunque es generalizado el descontento de los artistas locales ante lo que consideran una falta de actividad del Instituto de Cultura, son pocos los que se atreven a manifestar sus puntos de vista de manera pública. "Últimamente la comunidad ha sido crítica en algunos momentos especiales, pero la ha dejado a un lado (a la crítica) –dice María Edma Gómez–. No entiendo por qué, debe haber una situación especial por lo que haya sucedido".

Pero los puntos de vista existentes entre los artistas locales son distintos, dice la poeta Aglae Margalli, miembro del Consejo Editorial del ICBC y recientemente ganadora del Premio Estatal de Poesía, convocado por el Instituto de Cultura y que le otorgó un jurado integrado por los poetas Eduardo Milán, José Vicente Anaya y Verónica Volkow.

"No debemos caer en maniqueísmos, ni santificar ni satanizar. Es válido expresarse, pero la situación siempre es mucho más compleja que lo que parece a simple vista –expone–. Siempre hay inconformidades y no va a dejar de haberlas. Es muy saludable que se externen las opiniones, que se den las polémicas en todos los sentidos; lo malo es lo contrario: la apatía, la indiferencia".

–¿Por qué usted no ha participado en la polémica?

–Yo prefiero ponerme a trabajar.

Margalli, al igual que Óscar Hernández, es integrante del grupo Arte y Literatura, A.C., que como tal tampoco ha expresado públicamente su postura acerca de la labor realizada por el ICBC. "El grupo se ha dedicado más a trabajar –explica María Edma Gómez, su coordinadora–. Desde el principio nuestros objetivos han sido el trabajo, el esfuerzo, ser incluyentes, tratar de evitar el grupismo. Casi no tenemos tiempo para desgastarnos en protestas inútiles, porque no se resuelve nada. No es una prioridad para nosotros. No queremos entrar en polémicas de políticas ni de ningún tipo".

"Como grupo estamos un poquito apartados de esta situación –reconoce–, aunque creo que valdría la pena reflexionar. Claro que en determinado momento defenderemos lo que tenemos que defender. Pero todos estamos comprometidos, porque personalmente damos nuestra opinión".

En el interior de esta asociación civil "hay posturas divergentes respecto al ICBC –revela Hernández–. Por ejemplo, tenemos el caso de Aglae Margalli, que está colaborando en el Instituto, forma parte del Consejo Editorial; tenemos el caso de Óscar Sánchez, que creo que tiene a un hijo trabajando allí. Entonces a ellos no les interesa tener una postura crítica con el Instituto. Sin embargo, María Edma Gómez, Benito Gámez, Olga Angulo, yo, sí quisiéramos asumir una postura como grupo, pero no podemos. Entonces, lo que hacemos es expresarla de manera individual".

"Y eso es válido –dice–, porque si ahondamos en las diferencias el grupo corre peligro".

–¿Y tú por qué no has participado en la discusión públicamente? –cuestiona el reportero a Di Bella.

–El primer precepto que tengo es que lo mejor que puedo hacer, para no agravar un problema, es no opinar. A partir de ese precepto tengo mucho cuidado, no por miedo a las instituciones, sino a equivocarme rotundamente. Entonces, soy muy cauteloso en esto. Y también porque algunas querellas que han sucedido las considero estériles, en un momento dado, porque para mí la solución no está en quitar un individuo, sino en ver de fondo un cambio de estructuras".


Líderes, pero no caudillos

–¿Existen actualmente líderes en la comunidad artística bajacaliforniana?

–Hay personas con representatividad, que tienen un trabajo con trayectoria, serio –responde María Edma Gómez–. Son personas conocidas, que han ganado premios, que están en el ambiente.

–¿Por qué no se han aglutinado esfuerzos como en 1992?

–Tal vez los líderes ahora están ocupados en trabajos personales. Pienso que hay etapas, se dan las condiciones en un momento y a veces una gota de agua puede derramar el vaso. Siento que ahorita quizás las condiciones no están dadas, quizás los que fueron líderes en aquel tiempo (yo no estuve presente en aquellas reuniones), [hoy] no quieren encabezar ninguna protesta.

–Sí existen los liderazgos –asegura Hernández–, porque han destacado, pero no por eso van a ser los guías o los caudillos. Es el ICBC el que debería aglutinar a los artistas, no como una meta política, sino en el afán de trascendencia. Pero carece de un liderazgo real, efectivo.

–¿Qué crees tú que pase?

–Ojalá que el gobierno del estado mostrara realmente interés por lo que dicen los artistas e intelectuales; me da tristeza que no toma en serio lo que está pasando. ¿Esperarán una guerrilla cultural? No ven una crítica honesta en los artistas; pero no es así, hay una preocupación sincera. Ya no se piensa en términos personales, sino que se quiere que el gobierno cumpla con su responsabilidad de promocionar el arte y la cultura en Baja California.

"Al gobierno debería interesarle tener una comunidad más culta, más preparada –prosigue–, y eso haría que se detuviera el comercialismo, que bajaran los índices de criminalidad.

"Hace falta que haya funcionarios cultos. Lo más escandaloso es que la mayoría de los funcionarios tienen un nivel cultural de primaria. Eso es muy triste".

Y las salas permanecen vacías




Publicado en el semanario Sietedías, No. 77, 2 de agosto de 1998.


Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


Su oferta se ha incrementado y diversificado en los últimos años, pero el cine internacional, no hollywoodense, sigue siendo un atractivo solo para un pequeño sector del público.

Y esto lo sufrieron en carne propia las jóvenes que de manera particular realizaron el proyecto de Arte Cinexcepciones, quienes ante la falta de respuesta de la comunidad optaron por dejarlo en manos de una institución que pudiera hacer frente a los gastos.

A partir de septiembre, la universidad dará continuidad al esfuerzo de Verónica del Valle Loredo y María Dolores Briceño Vázquez, ofreciendo a los mexicalenses cine de calidad en las salas comerciales. Entretanto, sus propios espacios de difusión, el cineclub y el videocine, adolecen de una falta de atención presupuestaria y a la par del desdén de la comunidad estudiantil.

Por si esto fuera poco, el Instituto de Cultura tomó como pretexto los ciclos de los martes en Cinépolis para suspender el videoclub que desde 1990 había mantenido. Pero, a cambio, ofrece en estos días una nueva muestra de cine internacional, la segunda en el año.

Y mientras las instituciones actúan de manera contradictoria, curiosamente es la iniciativa privada –Organización Ramírez, en este caso– la que no disminuye su interés en que los mexicalenses disfruten de películas de calidad.

Entre un público mayoritario que se regodea con Godzilla e instituciones que aún no definen sus políticas culturales, se encuentra el todavía reducido –pero en crecimiento– grupo de cinéfilos de la localidad, el cual se mantiene a la expectativa de que se les atienda en sus inquietudes.


Lo más interesante

"Ya no somos tan poquitos", dice el dibujante y cinéfilo Fernando García Rivas –autor de la columna "Linterna Mágica" que se publica en el diario La Crónica–, pues aunque son pocas las personas que buscan algo diferente a la cartelera comercial, cada vez su número aumenta.

Coincide con otros cinéfilos entrevistados, en que un papel importante en este incremento de espectadores frente a la pantalla grande se debe al esfuerzo particular de las jóvenes Del Valle Loredo y Briceño Vázquez. "Arte Cinexcepciones vino a hacer más frecuente la oferta (de cine internacional); pasaban películas recientes que formaban parte de otras muestras, distintas de la que organiza la Cineteca".

Los estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación, de la UABC, son un sector amplio de ese grupo de cinéfilos que se ha incorporado recientemente, menciona García Rivas. Y recuerda cuando en el ciclo de los martes se exhibió la película Claroscuro, de Scott Hicks, que fueron necesarias dos salas para atender a tal cantidad de público asistente.

"Los boletos se vendieron como pan caliente en la escuela (la Facultad de Ciencias Humanas)".

Otro cinéfilo, el escritor Gabriel Trujillo Muñoz –autor del libro Imágenes de plata. El cine en Baja California–, considera como lo más interesante de lo que se ha hecho en cuanto a oferta de cine extranjero en Mexicali, al proyecto de Arte Cinexcepciones. Esa iniciativa particular, dice, "habla de una nueva generación que ya no se queda esperando que las instituciones le den la oferta cultural, sino que ella lo crea".

Sin embargo, los resultados económicos no fueron los que esperaban sus promotoras, y Arte Cinexcepciones estuvo a punto de naufragar casi cuando finalizaba su ciclo más reciente. Pero interesadas en que su esfuerzo rindiera frutos, Del Valle Loredo y Briceño Vázquez ofrecieron el proyecto a la universidad, que lo tomó y lo reanudará a partir de septiembre próximo.


"Cineclub de la paciencia"

La encargada del cineclub y el videocine de la UABC campus Mexicali, Claudia Carballo de Alba, informa que actualmente se encuentran organizando el siguiente ciclo del proyecto, “con el mismo nombre”, y adelanta que se continuarán ofreciendo bonos de descuento, además de que a los estudiantes se les cobrará la mitad del boleto.

La universidad espera que la realización de este ciclo semanal le permita difundir los otros dos espacios de cine internacional con los que cuenta: el cineclub de los viernes y el videocine de los miércoles. Y es que la asistencia a ambos es muy reducida y quienes brillan por su ausencia son los estudiantes universitarios, sobre todo en las funciones donde ofrecen películas proporcionadas por la Cineteca de la UNAM, según reconoce Carballo de Alba. "Se mantiene un grupo muy selecto, de alrededor de siete personas (la décima parte de la capacidad de la sala) –dice–, llegan muy pocas caras nuevas".

La sala de cine nunca se ha llenado en las funciones de los viernes, al menos en los tres últimos años en que ella ha estado a cargo de los ciclos, comenta. La asistencia ha llegado a ser de hasta quince personas.

La entrevistada ve en la deficiente promoción una de las causas principales de la reducida asistencia de los universitarios a las funciones; ocasionado esto, a su vez, por el limitado presupuesto con el que se cuenta. Otro factor que cita Carballo de Alba es la propia programación, integrada por películas de los años cuarenta y cincuenta, que no tienen ningún atractivo para los jóvenes; además, los horarios (12:00 y 18:00 horas), los cuales, según algunas personas le han manifestado, no son los más adecuados.

"Los universitarios que vienen son contados; algunos llegan, se enfandan con la película y se salen". Además, quienes permanecen en la función tienen que soportar estoicamente las frecuentes interrupciones por las fallas en los obsoletos aparatos de proyección. "Yo les digo que es el cineclub de la paciencia, porque tienen que ser muy pacientes", comenta.

El caso del videocine es un poco distinto, pues por ser películas de factura más reciente congregan a un público muy cambiante y un poco superior en número al de los viernes. De manera ocasional, según la entrevistada, acude un grupo completo de alguna escuela o facultad, a petición expresa de sus maestros.

Pero la asistencia al videocine es también reducida: quince personas en promedio. Y la sala sigue sin llenarse.

A pesar de este panorama, que no ha cambiado con los años, de momento la UABC no seguirá ninguna estrategia para romper con esta inercia, aparte de la realización del proyecto de Arte Cinexcepciones.

Gallardo de Alba se manifiesta apenada por la baja asistencia a las funciones de cine y video en la universidad, pero al mismo tiempo se consuela al recordar un comentario que tiempo atrás le hizo uno de sus maestros de la Facultad de Ciencias Humanas: nunca una sala de cineclub estará llena.


Aquellos años

Tal vez no llenas en su totalidad, pero hubo una época en que las salas de los cineclubes tenían un mayor número de butacas ocupadas que en la actualidad. La actriz Blanca Gómez, fiel seguidora de los distintos cineclubes locales en los últimos quince años, recuerda que a mediados de la década pasada las funciones que ofrecían la UABC y la Dirección de Asuntos Culturales del gobierno del estado (DAC) en el Teatro del Seguro Social, congregaban a un promedio de cincuenta asistentes.

Este medio centenar de espectadores eran ya seguidores fieles de una actividad que veinte años antes se había iniciado en Mexicali –y el estado–, cuando David Piñera Ramírez creó el cineclub universitario en las instalaciones del Bol-Stic, por las avenidas Reforma y Justo Sierra.

Interrumpida en 1969 al suspender su apoyo el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Comunicación, la oferta de cine internacional se reanudó a principios de los años ochenta, primero en la Casa de la Cultura y después en el Teatro del IMSS, según recuerda Trujillo Muñoz

En esos años las salas de la Compañía Operadora de Teatros ofrecían ciclos anuales de la cinematografía internacional, particularmente los cines Variedades y California 70. Una de las ofertas eran los ciclos de películas soviéticas, en los que el espectador podía disfrutar de dos filmes diarios pagando un solo boleto.

Mientras, del Teatro del IMSS se pasaba a la Biblioteca Pública Central Estatal. Blanca Gómez recuerda que ahí vio ella su primera película en un cineclub: Las noches de Caviria, de Federico Fellini, hacia 1985. Las funciones eran los miércoles a las 20:00 horas, con admisión gratuita.

El coordinador de este cineclub, ya dependiente del gobierno del estado –la UABC instaló su propia sala en el campus– era José Lobo (José Luis Gutiérrez, su nombre real). Había "muchísima asistencia", la admisión era gratuita y se acostumbraban los debates posteriores a la función, práctica que ha ido disminuyendo con el tiempo. "¿Para qué chingados te sirve ir a ver una película si no hay debate? Es la retroalimentación básica", cuestiona Trujillo Muñoz.

El escritor menciona como un personaje fundamental en la creación de los cineclubes en el estado, por parte de la universidad, a Víctor Soto Ferrel, quien durante varios años recorrió los entonces cuatro municipios, semana tras semana, cargando los rollos de película bajo el brazo.


Costumbre perdida

Importante también ha sido el trabajo de otro enamorado del séptimo arte, José Luis Campos, quien en el seno del Instituto de Cultura transformó, en 1990, el anterior cineclub de la DAC en un videoclub –tras la interrupción que esta actividad había sufrido durante la administración de Francisco Padilla Delgado al frente del ICBC.

En el Café Literario del Teatro del Estado –con algunas temporadas en la Galería de la Ciudad–, primero los lunes y después de martes a martes, el videoclub complementó la labor que realizaba la UABC en ese campo, pues presentaba películas de producción más reciente y en ocasiones las alternaba con pláticas dictadas por cinéfilos locales. "Lo bueno del videoclub del ICBC era la intención de hacer ciclos temáticos", expresa García Rivas, quien al igual que el resto de los entrevistados lamenta la decisión de los funcionarios de la dependencia estatal de suspender esta actividad.

Ante la competencia que le resultaba Arte Cinexcepciones, y enfrentado al hecho de que su público ya era escaso, se optó por suspender la actividad y en enero pasado el videoclub no funcionó más.

Esta medida es criticada por los cinéfilos locales, quienes opinan que lo que se debió hacer fue cambiar las funciones a cualquier otro día que no compitiera con el ciclo de Cinépolis. "Lo malo es que se pierde la costumbre –señala Blanca Gómez–. ¿Cómo va a haber público (para el cine internacional) si hay un cineclub de dos meses y luego se interrumpe? Sería interesante que el Instituto lo retomara. ¿A dónde mandas a la gente después de la muestra?, sobre todo en esta época en que no hay nada".

"El trabajo de José Luis Campos es increíble; ha formado una muy buena colección de videos en tantos años, ha trabajado como hormiga. No deben dejarlo (su esfuerzo) por un lado", considera por su parte Laura Treviño Garza, conductora del programa de cine Entre Butacas que transmite Radio Universidad.

Pero según informó el director general del ICBC, Francisco Bernal García, el videoclub sí se reanudará, a partir del próximo mes de septiembre, después de la temporada de calor.


Tercermundistas

A cambio de este espacio de que privó a la comunidad, el Instituto de Cultura ofrece en estos días lo que llama la IV Muestra Internacional de Cine en Baja California, con el apoyo de Cinépolis, el Centro Universitario Tijuana y otras empresas privadas.

Esperan en esta ocasión recibir a diez mil espectadores y reducir al mínimo el déficit que ocasiona realizar un evento no comercial de este tipo, según informa la directora de Promoción y Difusión del ICBC, Rocío Alejandra Villanueva Urueta. Los datos que proporciona la funcionaria muestran el paulatino avance del público en favor del cine de calidad en el estado: 7 mil 800 espectadores en la segunda muestra (1997) y 9 mil 700 en la tercera (marzo pasado).

Y aunque el Instituto de Cultura toma con reservas sus propias expectativas, el gerente de Organización Ramírez plaza Mexicali, Francisco Guerrero, se muestra optimista, pues el verano es una temporada fuerte para las salas de cine en la ciudad, dice.

Y menciona algunos logros que se han obtenido en los últimos años, particularmente en la proyección de películas del llamado nuevo cine mexicano, "desde Como agua para chocolate, La mujer de Benjamín, Sólo con tu pareja, Miroslava, El callejón de los milagros".

"Esas películas nunca se me van a olvidar –expresa–, porque es tan raro que una película mexicana dure tanto tiempo y sea tan comentada y premiada". Con la exhibición de este tipo de cintas, "de alguna manera cumplimos con Gobernación (que exige a las salas cierto porcentaje de tiempo de proyección dedicado exclusivamente a películas mexicanas), y cumplimos con el público que de alguna manera ya tiene la costumbre del cine no comercial y lo quieren".

Además de las muestras y los distintos ciclos que se ofrecen en Cinépolis, ese público tiene otras opciones, como son los canales televisivos 22, 11 y 29 (este último de la UABC), menciona Trujillo Muñoz. Incluso, considera que "la labor de la universidad de pasar cine en el 29 es más importante que el cineclub mismo, porque se acerca a otro tipo de público". Sin embargo, califica de "pobrísima" la oferta que se tiene en la localidad, pues no existen canales dedicados exclusivamente al cine, como en Estados Unidos.

"La opción (en Mexicali) es tercermundista –considera por su parte García Rivas–. Sí ves Godzilla, pero dejas de ver mil cosas más". Y considera que la oferta es proporcional a la reducida demanda.

Así, mientras los cineclubes parece que están siendo condenados al aislamiento, las salas comerciales vuelven a ser, como antaño, el mejor medio para acercar a un público amplio lo mejor del séptimo arte.