REVISTA DE POR ACÁ

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martes, 20 de noviembre de 2007

Falacias de la UABC





Publicado en la revista electrónica De por acá, vol. 2, 30 de marzo de 2007.


Considerada una de las mejores instituciones de educación superior en nuestro país, la UABC pasa actualmente por una etapa de triunfalismo, que la coloca en la cima de la calidad, no obstante que diversas manifestaciones y señalamientos de los propios universitarios la muestran tal como es: una institución con fortalezas, pero también con importantes deficiencias.






Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


Cinco décadas después de su creación, la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) es una institución vital para el desarrollo del estado. Con escuelas y facultades diseminadas en las principales poblaciones de la entidad, con miles de egresados que día a día ponen en juego –tanto en el sector privado como en el público– los conocimientos y la experiencia adquirida en sus aulas, y, en fin, con programas diversos (deportivos, culturales, de actualización) que atienden no sólo a los universitarios propiamente dichos, sino a la comunidad en general, nuestra máxima casa de estudios es un factor de peso en nuestra vida social, económica y política.

Es tal su trascendencia, que la XVIII Legislatura declaró a este 2007 como Año del Cincuentenario de la Universidad Autónoma de Baja California.

En los tiempos recientes la universidad ha consolidado su posición en el conjunto de las instituciones de educación superior en México. La propaganda oficial se ha montado en este hecho para presumir de que la UABC es la universidad pública número uno (aunque el anterior secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, dijo en la ciudad de Tijuana, el 2 de noviembre pasado, que se encuentra entre las 14 mejores del país; y no obstante que evaluaciones internacionales han destacado solamente a la Universidad Nacional Autónoma de México, de todas las instituciones superiores mexicanas, incluidas las privadas).

Durante la gestión rectoral de Alejandro Mungaray Lagarda, que terminó en diciembre de 2006, la UABC vivió un gran crecimiento, tanto en cantidad de alumnado como en instalaciones. En entrevista con el semanario Sietedías, el rector informó –ya próximo a finalizar su periodo– que el número de estudiantes inscritos en la universidad había llegado a 35 mil, en tanto que en 2002 la cifra era de 24 mil. Mencionó también que durante su cuatrienio se crearon siete escuelas: Artes, Deportes, CIC-Museo; Ingeniería y Negocios (San Quintín), Gastronomía y Enología (Ensenada) y Ciencias de la Salud e Ingeniería y Negocios (Guadalupe Victoria).

Un importante avance se dio igualmente en la planta académica, al reubicarse a un gran número de empleados administrativos, que regresaron al aula o a la investigación. Se reformó el estatuto universitario, y “ahora son 1,500 empleados administrativos y casi 3,500 profesores”, dijo el rector.

Y presumió, asimismo: “Yo recibí la universidad con un 43 por ciento de profesores con posgrado y la voy a entregar con un 90 por ciento”.

Por el continuismo


Y los cuatro finalistas en la carrera por la rectoría, el año pasado, se basaron en los logros reales (y algunos ficticios) de la UABC para proponer un camino de continuismo. El doctor Gabriel Estrella Valenzuela, quien a la postre resultó electo por la Junta de Gobierno para el cargo, se refirió así a la que estima la mayor fortaleza de la institución: “es considerada la mejor universidad pública estatal del país, que hasta el momento se ha sustentado con la continuidad de las tareas y de las acciones”.

Y agregó, en entrevista con La Crónica: “Además de que tiene un modelo educativo centrado en el aprendizaje, que permite que los alumnos tengan diversas opciones de estudio y al final que se puedan incorporar fácilmente al campo laboral”.

Ante el semanario Sietedías enlistó las ventajas que él ve en la UABC: “una oferta educativa diversificada que integra 2 programas de técnico superior universitario, 78 programas de licenciatura, 12 de especialidad y 35 de posgrado, a través de los cuales se atiende una matrícula de más de 35 mil estudiantes; además de los 69 cuerpos académicos que desempeñan las actividades de docencia, generación, aplicación y difusión del conocimiento, los cuales cuentan con una creciente capacidad académica, al estar integrados con base en una planta de 932 profesores de tiempo completo, de los cuales el 55% cuenta con el grado mínimo aceptable, el 79% con grado de maestría, el 24% con grado de doctorado, el 28% con el reconocimiento de perfil PROMEP (Programa para el Mejoramiento del Profesorado) y el 10% forma parte del Sistema Nacional de Investigadores.

“Esto ha permitido –prosigue el texto firmado por el reportero Francisco Javier Méndez– que este modelo educativo pueda ofrecer a sus estudiantes, entre otras cosas, opciones múltiples para la selección de programas educativos, mediante la modalidad de troncos comunes por áreas disciplinarias; formación integral, a través de la flexibilidad curricular, la incorporación de idiomas, actividades artísticas y deportivas, la prestación de servicio social, la incorporación de prácticas profesionales y la realización (de) estancias de aprendizaje extramuros acreditables; apoyos para su mejor desempeño, incluyendo atención psicopedagógica, tutorías académicas, acceso a equipo de cómputo, programas de movilidad estudiantil, y diversas modalidades de becas institucionales que facilitan su permanencia en la universidad”.

En esa visión idílica de nuestra máxima casa de estudios, Estrella Valenzuela negó que haya egresados de la UABC que carezcan de empleo: “No hay niveles de desempleo –aseguró a La Crónica–, la universidad no está generando desempleados, sino que ha estado desarrollando actitudes más emprendedoras en los jóvenes”.

Y cuando en Tijuana sus contrincantes en la contienda por la rectoría se refirieron al hecho de que el 90 por ciento de los estudiantes proceden de los estratos sociales medio y alto –dejando por un lado al sector menos favorecido–, el entonces secretario general de la administración de Mungaray Lagarda refutó lo dicho: “No tengo la impresión de que estamos atendiendo a la clase media y media alta”, expresó –según nota del diario El Mexicano–, y se refugió en la estadística: “Quiero subrayar que al principio de nuestra gestión eran 400 alumnos con beca Pronabes y hoy son 1,200, mientras que el sistema de becas de la UABC con recursos propios beneficia a seis mil jóvenes”.

Y una vez beneficiado con el mayor cargo en la estructura universitaria, Estrella Valenzuela anunció –por si había alguna duda– que su gestión proseguirá por el camino que trazaron sus antecesores.

“Rector: deja de mentir”.

Este discurso triunfalista de las autoridades universitarias –además de las políticas–, y de no pocos académicos e intelectuales, choca con la realidad. Ya el propio secretario de Educación del gobierno foxista, como se ha anotado líneas arriba, lo desmintió: “resaltó que de las 125 universidades públicas que hay en el país, la UABC está en la lista de las catorce mejores”, reportó el periodista Manuel Villegas, en La Crónica. No es, pues, la número uno.

Y diversos indicadores y manifestaciones de los propios universitarios, muestran la otra cara de la moneda: la universidad que no busca precisamente la realización plena del hombre, como señala su lema y es su misión.

Una muestra del desfase que existe entre el discurso y la realidad se dio a principios de mayo de 2006, cuando estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas, en Mexicali, increparon a Mungaray Lagarda por las necesidades sin atender que estaban sufriendo en su escuela. “Rector: deja de mentir, tenemos muchas carencias”, rezaba una de las pancartas con que lo recibieron, cuando acudió a inaugurar la cafetería. Los jóvenes le exigieron –según informó el semanario Sietedías– “que saque del olvido los talleres, así como (que se efectúe) una revisión del plan de estudios”, además de que se nombrara a un coordinador de la carrera de Psicología (cargo vacante desde hacía más de un año) y que atendiera “el descuido de personal docente”. En una fotografía podía apreciarse un cartel con que se cuestionaba así al rector: “¿Y la realización plena del hombre?”.

Otras muestras de inconformidad estudiantil se habían manifestado ya, en los primeros meses de 2005, cuando la Vicerrectoría de Mexicali pretendía cobrar por el uso del estacionamiento. Surgió entonces la Unión Democrática Estudiantil, que convocó a una manifestación en la unidad central para protestar. Según el diario La Crónica acudieron un centenar de estudiantes, quienes gritaron consignas en contra del pretendido cobro.

El estudiante José Manuel Córdova Tapia, de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas, expresó –al participar en el foro Reflexiones sobre la Educación Superior en Baja California, efectuado en mayo de 2006 por el Congreso del Estado– que se da “un choque de intereses entre las autoridades de la UABC y los estudiantes, que exigen calidad en la enseñanza, pues se sienten insatisfechos con lo que reciben. No se sienten representados por las sociedades de alumnos, como pasó cuando éstas aceptaron el cobro por el estacionamiento, que fue una venta de los intereses de los estudiantes. Nació entonces la Unión Democrática Estudiantil, que aglutinó a miles de estudiantes en torno a Vicerrectoría y echó atrás las intenciones de cobro del estacionamiento, signo del interés de privatizar la educación pública”.

Según este universitario, empezaron a crearse en la UABC grupos estudiantiles para pugnar por el respeto a los derechos de los alumnos y por que haya espacios de expresión. él mismo formó parte de uno de esos grupos, en su facultad. “Se está buscando que la universidad funcione para lo que fue creada, que es la convergencia de la universalidad del conocimiento. (Los alumnos) se han dado cuenta de los órganos colegiados, que permiten tomar decisiones directas, y se están organizando para tomar posiciones dentro de los consejos técnicos y el Consejo Universitario, para hacer valer su voz”.

Y denunció, ante la presencia de catedráticos de la UABC y el mismo representante del rector: “Pero estos grupos están siendo atacados por las autoridades de las unidades académicas y por las sociedades de alumnos, que los consideran antagónicos y se sienten desplazadas por ellos. Se ha tratado de identificarlos con algún partido, pero no se les ha podido colgar la etiqueta, en tanto que las sociedades de alumnos son presas del PRI y del PAN”.

Una disciplina extrema

Esa pasividad en que la universidad ha sumido a su estudiantado la criticó de este modo –en un artículo periodístico– el ex abogado general de la UABC y exdirector de la Facultad de Derecho de Mexicali, Daniel Solorio Ramírez:

“Somos una comunidad muy estable, eso sí. Los estudiantes que a duras penas logran inscripción en la UABC están agradecidos, eso sí. Asisten a clases con mediana regularidad, eso sí. Respetan a sus profesores y directivos (o al menos lo fingen), también es cierto. No se meten con nosotros cuando se trata de implantar un nuevo plan de estudios, o de quitar o poner asignaturas. Prefieren decir con desgano que nosotros sabemos hacerlo muy bien. Por eso somos sus mayores.

“Por eso aquí en la UABC vivimos tranquilos. Generaciones van y generaciones vienen y todo aquí muy bien. (…) Según mi hipótesis les hemos impuesto (a los estudiantes) una disciplina extrema. Les hemos infundido temores que no debiera tener la juventud. Ese respeto profundo, sordo, inexplicable, ese temor casi reverencial por la autoridad no es propio de la juventud”.

Y en otro artículo de esa misma serie (titulada “¿Quiere usted ser rector?”, aparecida en La Crónica en noviembre pasado), el actual catedrático de la Facultad de Derecho y asesor externo del Congreso del Estado agregó, refiriéndose también a los alumnos de la universidad:

“Ya no les exigimos examen profesional, ni tesis de licenciatura, ni curso de titulación ni memoria escrita. Ya ni siquiera será exigible ese extraño examen del Ceneval. ¿Por qué queremos echarlos fuera tan rápido? ¿De dónde sacamos que somos tan, pero tan buenos, que ya no podemos dudar de su alta preparación? ¿Cómo fue que llegamos a esto?”.

Otro reconocido abogado universitario –y también catedrático de la Facultad de Derecho–, Arnoldo A. Castilla, informó en su artículo periodístico “Carta a don Gabriel Estrella Valenzuela”, del 11 de noviembre de 2006, que “un grupo de profesores, conscientes de nuestra responsabilidad, sabedores de que la apatía y la desesperanza a nada conducen, hemos decidido tratar de impulsar una conciencia de renovación de la comunidad universitaria”.

Y en tanto que el discurso oficial proclama la calidad de los alumnos y los egresados de la UABC, Castilla señaló: “La investigación y la docencia deben reflejar el estudio de problemas actuales, como ¿por qué nuestros estudiantes no leen?”.

Y esa “disciplina extrema” que señala Solorio Ramírez, y esa “apatía” a que se refiere Castilla, se reflejan en el desinterés de los alumnos por lo que ocurre a su alrededor. Así, por ejemplo, al ser electo el nuevo rector, 30 por ciento de los estudiantes entrevistados por Periódicos Healy en los campus de Tijuana y Mexicali no expresaron opinión alguna sobre el hecho.


Voces tímidas cuestionadoras
Pero, aunque apáticos, los universitarios tampoco se tragan el cuento de la calidad, ni muestran conformidad con lo que reciben –como lo señaló el estudiante José Manuel Córdova Tapia en el mencionado foro del Congreso local.

En un sondeo de La Crónica, efectuado en vísperas del nombramiento de Gabriel Estrella Valenzuela para que ocupe la rectoría hasta 2010, sólo el 7.6 por ciento de los 66 estudiantes entrevistados respondió afirmativamente a la pregunta: “¿Crees que los maestros que imparten clases en la UABC son de buena calidad?”. Y al pedírseles que calificaran a los docentes, en una escala del 1 al 10, el resultado fue de 6.6

Y no obstante que los catedráticos entrevistados en el mismo sondeo del diario mexicalense dijeron (un 92 por ciento de ellos) que los alumnos egresados son profesionistas de calidad, el 28 por ciento de los 25 entrevistados señaló que no recibe los suficientes apoyos para impartir una educación de calidad.

En su serie de artículos, el abogado Solorio Ramírez escribió: “tengo para mí que nuestra calidad no es tanta como afirma la intensa campaña de prensa, radio y televisión que nos lo repite con vigor inusitado. Tal vez nos está costando demasiado dinero tanta publicidad. Y quizá sus frutos sean magros”.

Y agregó: “Quizá fuera preferible, digo yo, no tener tantas certificaciones, ni tantos premios, ni tantos reconocimientos estruendosos, con tal de que estuviéramos contribuyendo (con mayor eficacia) a formar seres humanos más conscientes del entorno en que viven, con mayor capacidad para transformar su realidad y construir con sus manos (y con sus ideas) su propio destino. Para eso es la educación a fin de cuentas. Mi hipótesis es que hemos confundido la educación con la mera instrucción (…) Hoy nosotros tenemos una comunidad universitaria apacible, sí, pero la estamos capacitando más para el trabajo, más para conseguir empleo, que para el ejercicio pleno de la condición de ciudadanos. Esto no debiera alegrarnos demasiado”.

Y él no es el único cuestionador del discurso oficial. Según anotó, “por las rendijas y entresijos de nuestra amada estabilidad se escuchan voces tímidas que ya expresan sus dudas. Dicen que quizá detrás de tanto éxito se esconda una falacia. Sospechan que aquí hay ‘gato encerrado’”.

Y es que –escribió además Solorio Ramírez, quien en dos ocasiones compitió por ocupar la rectoría de la universidad– “todos los profesores e investigadores somos en la UABC convidados de piedra, marginados de los procesos de decisión que definen el rumbo de nuestra casa de estudios. Esta situación, lejos de educar, fomenta el individualismo egoísta, la apatía, el desdén, la desgana y la competencia desleal. El aislamiento, la insolidaridad son también sus consecuencias”.

Arnoldo Castilla, por su parte, señaló que “es necesaria la apertura de un foro de reforma jurídica universitaria para la elaboración de un anteproyecto de nueva ley orgánica que diseñe mecanismos más acordes con la realidad universitaria en las decisiones que afectan directamente la vida de la institución”.

En su “Carta a don Gabriel Estrella Valenzuela” –publicada al día siguiente del nombramiento del nuevo rector–, expresó: “Es mucho lo que profesores, investigadores, alumnos y empleados tenemos que decirle. Ojalá se abran los espacios necesarios para la comunicación y la reflexión dentro de nuestras comunidades”.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola !!

Interesante escrito sobre la realidad de la UABC, más allá de los discursos oficialistas. En la Universidad de Sonora, casi andamos por las mismas, y el próximo año se desatará la lucha interna por la elección de un nuevo rector, el actual, Pedro Ortega Romero, concluyé su gestión de 8 años en junio de 2009.
Felicidades por el blog...

Leo dijo...

Me ha parecido muy interesante y acertada esta publicación, buen trabajo.

Realmente me parece que no vasta con que la universidad este tan acreditada, si lamentablemente en las aulas uno ve otra situación.

Nos hacen creer a los alumnos que estamos en la mejor universidad pública y que seremos profecionistas con la mejor preparación que hay, nos pintan una falsa realidad, y peor aun los estudiantes nos la creemos, que triste la verdad.

Ojala y no solo nos quejaramos en los pasillos entre los propios alumnos o con algunos profesores que piensan de igual manera sobre la deficiencia de enseñanza en la universidad.

Me gustaría saber que puedo hacer como estudiante, que podemos hacer en mutua coperación estudiantes de diversas unidades en todo el estado... agradeceria muycho me pudieran asesorar... por lo pronto creo que sería una buena opción acudir con los sitados abogados.... gracias...