REVISTA DE POR ACÁ

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viernes, 21 de julio de 2006

LOS “MÉRITOS” DEL “MAESTRO HONORÍFICO” DE LA UABC

Publicado en el semanario cultural Bitácora, núm. 484, del miércoles 24 de mayo de 2006.


“Rector: deja de mentir,
tenemos muchas carencias”
Pancarta de alumnos de la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC,
6 de mayo de 2006.


Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


Estos días, en que los maestros del COBACH al fin se decidieron a realizar una huelga, recordé el festejo reciente. Dos de los invitados al restaurante chino reían divertidos al comentar el nombramiento que, semanas antes (el jueves 23 de marzo), había otorgado la cúpula de la UABC al gobernador Eugenio Elorduy. Ambos universitarios de prestigio, uno de ellos incluso excontendiente del actual rector en su lucha por la dirección de nuestra máxima casa de estudios, mostraban con su actitud lo que cualquier enterado seguramente ya había vislumbrado: la farsa que representaba tal nombramiento.

“Pero nadie hizo ninguna crítica”, comentó preguntando una interlocutora de los alegres personajes. En efecto, ni a favor ni mucho menos en contra de tal acción orquestada desde los altos niveles de gobierno de la universidad, se había levantado voz alguna. Investigadores, docentes, artistas relacionados con la UABC habían ignorado el hecho. No había nada que festejar, obviamente. Pero sí mucho que lamentar. Y entre lo lamentable estaba, y está, precisamente, el hecho de que la comunidad universitaria incline su cabeza ante los grupos de poder que no han querido soltar de sus manos a Baja California.

Ahora que el doctor Alejandro Mungaray Lagarda ha decidido dedicar sus últimos meses en la rectoría al ensalzamiento de la universidad –como despedida, pretextando el próximo aniversario número 50 de la institución–, muy buena les pareció la ocasión, a él y a sus cogobernantes, para estrechar lazos con el poder político del estado. Si antes las autoridades de la UABC ofrendaban tributo al priísmo a cargo del Ejecutivo, desde hace algunos años lo han estado haciendo con el panismo, como lo muestra, por ejemplo, la obra: Baja California: un presente con historia. (A propósito, antes de Eugenio Elorduy –quien alguna vez pisó las aulas de la UABC como docente, en la entonces Escuela de Ciencias Sociales y Políticas– sólo había sido nombrado “maestro honorífico” el gobernador Roberto de la Madrid Romandía: dos de los mejores ejemplos del autoritarismo y el cinismo: uno blanquiazul, el otro tricolor).

“Nombra UABC ‘Maestro Honorífico’ al Gobernador del Estado”, rezó el titular de la Gaceta Universitaria del 25 de marzo pasado. Al más puro estilo tradicional. La universidad “autónoma” que ha ajustado su desarrollo a las reglas del mercado, sigue rindiendo pleitesía al mandatario en turno.

¿Cuál fue la excusa para dar este nuevo paso en la alianza entre la UABC y el grupo en el poder? Lo dijo el propio Mungaray Lagarda en su discurso del 23 de marzo, según se publicó: “el interés (del gobernador) de regularizar alrededor de 2 millones de metros cuadrados de patrimonio universitario que durante años, fueron gestionando los diferentes rectores de la Universidad, buscando la tranquilidad institucional; el apoyo a la retabulación de todos los empleados académicos y administrativos, en reconocimiento a su alta dedicación para ser considerados como la mejor universidad pública estatal de México y a lo que él (el rector) consideró un acto de justicia; por apoyar la creación de la Fundación UABC que el Patronato Universitario se ha esforzado en impulsar para apoyar económicamente las crecientes acciones de la universidad; y por apoyar más allá de lo habitual el crecimiento de la infraestructura universitaria.

“Más recientemente (…), se ha convertido (el gobernador) en el promotor internacional de la Universidad en sus visitas a Asia y Europa, promoviendo nuevas inversiones para crear nuevos empleos y apoyando los convenios para abrir nuevas opciones profesionales y nuevas presencias de la UABC en distintas localidades del estado” (Gaceta Universitaria, núm. 162, 25 de marzo de 2006, págs. 12-13).

Esto es todo. Nada que no le corresponda al gobernador constitucional. Nada “extraordinario”, como debieron haber sido las acciones justificantes del nombramiento otorgado, si las autoridades de la UABC hubieran cumplido con el artículo 20 del Reglamento del Reconocimiento al Mérito Universitario de la institución. Por lo que hizo el mandatario estatal, con un agradecimiento público hubiera bastado; tal vez, con la entrega, por parte de la universidad, de una placa metálica con los respectivos discursos y aplausos. Y ya.

“Que entren en razón”

Pero no. En la fiebre de su retiro –su ruta hacia “el 50”, como reza la publicidad del aniversario cercano– y con la aprobación de los medios de comunicación (que exaltaron el nombramiento), Mungaray Lagarda dijo que, gracias al apoyo de Elorduy Walther, la UABC es hoy “la mejor universidad pública estatal de México”, propaganda que el rector repite hasta el cansancio, aunque los hechos comprueben la deficiente calidad del trabajo en las aulas –¡claro que hay honrosas excepciones!– y la mediocridad de la mayoría de los egresados. (Como ejemplo reciente de la problemática universitaria que ha alcanzado a trascender hacia la opinión pública, están las protestas de estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas, que le exigieron al rector que ya no siga mintiendo; Sietedías núm. 472, 6 de mayo de 2006, pág. 3).

Los gobernantes de nuestra máxima casa de estudios –digna de mejores cabezas– avalan en la práctica, con su lamentable acción, la política educativa elorduista: a) connivente con las triquiñuelas de los líderes sindicales: b) omisa en sus responsabilidades, en cuanto a mejorar la infraestructura de los planteles, el nivel de vida de los docentes y la calidad académica en los distintos niveles educativos; c) insensible ante los reiterados reclamos de los maestros por distintas causas; d) de manos abiertas al mercado de la educación superior, al permitir el establecimiento de decenas de escuelas “patito”, y e) entreguista ante la iniciativa privada y la iglesia católica, que anhelan poder ejercer su influencia total en este ámbito.

La “obra educativa” del “maestro honorífico” se manifiesta claramente con la huelga de profesores del COBACH –que continuaba hasta el domingo 14–: a pesar de que desde meses atrás ya habían advertido los docentes que tomarían tal medida, si sus reclamos no eran satisfechos, el gobierno estatal dejó que el conflicto estallara. Ahora se dicen preocupadas las autoridades por la suspensión de clases, pero no hicieron nada por evitarla. Ahí está la denuncia penal que presentó ante la PGR la Unión Nacional de Sindicatos de Colegios de Bachilleres, en contra de cuatro secretarios de estado y los correspondientes titulares de los sistemas educativos estatales (incluido el precandidato panista a la alcaldía de Mexicali José Gabriel Posada Gallego), por no haber aplicado los recursos que la Cámara de Diputados ya había autorizado para beneficiar a los profesores del sistema COBACH (Contralínea Baja California, año 1, núm. 12, abril de 2006, págs. 6-11).

Con las banderas rojinegras en las puertas de los planteles del colegio en todo el estado, el secretario del Trabajo (titular de Educación y Bienestar Social en la era ruffista) ha dejado de lado su responsabilidad para amenazar a los maestros, invitándolos a “entrar en razón” y acusando de mentiroso al dirigente sindical Saúl García Pacheco (La Crónica, 6 de mayo de 2006, pág. 13A). El director general del COBACH, por su parte –según informó el líder de los docentes en el programa televisivo Con Sentido el lunes 8 de mayo (Canal 66, 22:00 hrs.)–, suspendió una reunión que se había acordado con la cúpula del sindicato y optó por acudir al mitin del candidato panista Felipe Calderón Hinojosa, en el Auditorio del Estado el domingo 7, horas antes de que estallara la huelga. De la misma manera, al responsable del ramo educativo, Posada Gallego, le pareció más importante “lanzar vivas y porras a Calderón” (La Crónica, 8 de mayo de 2006, pág. 14A) que dedicar el día a buscar posibles soluciones al problema.

Y el “maestro honorífico” de la UABC y también gobernador del estado –quien en reiteradas ocasiones, como en el verano pasado, ha demostrado que le interesa más viajar por el extranjero que resolver los conflictos sociales de la entidad–, tomó el avión hacia la capital de Estados Unidos el jueves 11, para dar “seguimiento a la anterior visita realizada en febrero de este año” (La Crónica, 11 de mayo de 2006, pág. 13A). Y en tanto él recibía el “Good Neighbour Award 2006” otorgado por la Cámara de Comercio México-Estados Unidos, los alumnos del COBACH se manifestaban en Mexicali y Tijuana, exigiendo que las autoridades respondieran a las demandas de sus profesores para poder regresar a clases.

Son las dos visiones de la realidad. En su mundo de fantasía, el rector de la UABC se vanagloria por las certificaciones que acumula la universidad por la calidad que en teoría tiene (Gaceta Universitaria, núm. 165, 6 de mayo de 2006, edición especial), mientras que los estudiantes de Ciencias Humanas le exigen “que saque del olvido los talleres, así como (que se efectúe) una revisión del plan de estudios”, además de que se nombre a un coordinador de la carrera de Psicología (cargo vacante desde hace más de un año) y que atienda “el descuido de personal docente”. Según fotografía publicada en Sietedías (ibidem), los jóvenes cuestionaron a Mungaray Lagarda a través de una pancarta: “¿Y la realización plena del hombre?”.

Por otro lado, en un desplegado periodístico del viernes 12 de mayo, el gobierno del estado aseguró que es su compromiso “continuar (sic) ofreciendo un servicio educativo de calidad a los jóvenes estudiantes”. Pero éstos ya no se chupan el dedo. La tarde de ese mismo día cientos de ellos realizaron una manifestación en el Centro Cívico para que se solucione la huelga de los maestros. Dice la nota firmada por Sac-Nicté Santos: “Con la frase ‘Maestros mal pagados, alumnos afectados’, los jóvenes alzaron sus voces por primera vez, para apoyar a sus profesores” (La Crónica, 13 de mayo, pág. 2A).

A pocos metros de distancia, el “maestro honorífico” despachaba de nuevo en su oficina, feliz con su premio recibido en Washington.

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