REVISTA DE POR ACÁ

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sábado, 28 de julio de 2007

La traición pebecista

Publicado en Siete Días el sábado 4 de agosto de 2007.



Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


En días pasados, el columnista Ángel Norzagaray dedicó, en su columna de La Crónica, el siguiente epigrama al Partido Estatal de Baja California (PEBC):

Epigrama al PEBC



¿Por qué gritas, por qué gruñes?
Pregúntale a Jorge Núñez:
¿Para qué se fue del PRI
si está regresando ahí?
Puedes provocarle un sismo
pero si odia el centralismo,
¿para qué se fue del PRI
si está regresando ahí?
A gente del PEBC
le pregunto, pues no sé:
¿Para qué se fue del PRI
si está regresando ahí?
Ésta es pregunta normal:
Si es un Partido local,
¿para qué se fue del PRI
si está regresando ahí?
La conclusión de la gente
para este grupo incongruente:
¡Que se queden en el PRI,
pues siempre fueron de ahí!

El PEBC –partido que en sus inicios aseguró que lucharía por las mejores causas de los bajacalifornianos; que llevaría al poder a los mejores hombres y mujeres de Baja California; que tendría entre sus metas la dignificación del oficio político; que, en suma, sería una opción real de gobierno para los bajacalifornianos: ciudadana, joven, fresca–, renunciando a todos sus principios y con el pretexto de querer quitar el poder al PAN, decidió aliarse con la otra mitad de la dupla que en los últimos veinte años ha trabajado hombro con hombro para mantener cada vez más hundido a nuestro país.

Me refiero, claro, al PRI, personificado aquí en Baja California por uno de los mayores ejemplos de la corrupción, el autoritarismo, el tráfico de influencias, la colusión con el crimen organizado y otras tantas linduras: Jorge Hank Rhon. Y a través de él, el PEBC se está aliando con el principal grupo hoy asociado al PAN calderonista, para dar la estocada mortal a las conquistas sociales que tanto costaron a los mexicanos.

No nos engañemos: la alianza PEBC-Hank no busca quitar al PAN del poder. De ganar el PRI, a fin de cuentas los mismos intereses nos seguirían gobernando. El principal motivo de esta perniciosa alianza es la conservación del registro oficial para el partido que nos dio la espalda a tantos bajacalifornianos que le brindamos nuestro apoyo y nuestra esperanza.

Así como el PRD y Alternativa tienen entre sus candidatos a personajes con muchísima mayor estatura política y compromiso social, que los presentados por las alianzas encabezadas por el PRI y el PAN, el PEBC pudo y debió –como lo hizo en 1998 y 2001 su antecedente, el Partido de Baja California (PBC)– hacer alianza no con los grupos de poder, sino con los grupos ciudadanos, para ofrecer a los votantes esa opción joven, fresca, digna.

Pero, en fin, ya todo es historia. Hoy, sincerándose, el PEBC hankista podría contestar de esta manera a Ángel Norzagaray:

Yo nunca estuve en el PRI,
mas gustoso voy ahí.
¿Democracia? ¡Qué me importa!:
no me da pa comer torta.
¿Dignidad? ¡Pa qué la quiero!:
no me deja ni un dinero.

¿Ciudadanos? ¡A la cola!
Que me sirvan pa hacer bola.
Para nada quiero PAN,
de cualquier forma me dan;
prefiero que me den PRI
y por eso voy ahí.

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