REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

Consúltala en línea
aquí: volumen 1 y volumen 2.

También la puedes descargar, en formato pdf: volumen 1 y volumen 2.

martes, 20 de noviembre de 2007

Un luchador social no valorado: el coronel Marcelino Magaña

Publicado en la revista electrónica De por acá, vol. 1, 27 de enero de 2007.

Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

Casi dos decenios antes del llamado Asalto a las Tierras, un personaje ahora casi olvidado cimbró la estructura injusta y represiva del gobierno y los extranjeros que detentaban el poder en el Valle de Mexicali. La acción de este luchador tuvo un logro muy importante, más que la sola distribución de tierras para el cultivo: despertó conciencias adormecidas y sembró en los mexicalenses explotados de entonces la necesidad de exigir mejores condiciones de vida para sus familias.

Marcelino Magaña Mejía era el nombre de este personaje. Con el grado de coronel, había peleado a las ordenes de Francisco Villa y tras disolverse la División del Norte llegó a Mexicali, buscando un pedazo de tierra para dedicarse a la agricultura. Imbuido, como es de suponerse, del ideal revolucionario, se inconformó con la actitud discriminatoria de que eran objeto los campesinos mexicanos.

A principios de los veinte, el valle estaba en poder de extranjeros, principalmente de los estadounidenses dueños de la Colorado River Land Company. Esta, propietaria de casi toda la región, arrendaba los terrenos a chinos, sobre todo, pero también a japoneses e hindúes. Para las labores agrícolas se contrataba a personas venidas de China e introducidas al país de contrabando; éstas, para evitar ser denunciadas, aceptaban salarios muy bajos. En tanto, los mexicanos se quedaban desempleados.

Un campesino recuerda así aquella época, según testimonio recogido por la investigadora Yolanda Sánchez Ogás: “Era muy difícil encontrar trabajo; caminábamos desde el Álamo Mocho hasta por allá, bajos Delta. Íbamos de rancho en rancho y nada que nos daban trabajo. En las noches nos quedábamos a dormir arriba de los techos de los gallineros, pero si nos miraban salían las japonesas con sus escopetas y nos corrían: Hombre, vete de aquí, vete al camino, nomás ahí puedes estar. Eran muy bravas esas mujeres, nos apuntaban sus armas y nos echaban a los perros. Era muy difícil encontrar trabajo”.

Las vejaciones que sufrían los mexicanos de parte de la Colorado causaban ya inconformidad. En 1913, unos hermanos de apellido Alejo habían dirigido un intento de obtener tierras de dicha compañía, pero sus esfuerzos no rindieron frutos; por ese tiempo también, el coronel Esteban Cantú, gobernador del Distrito Norte de la Baja California, recibió quejas de los maltratos que tenían que soportar los mexicanos y ordenó que se investigara al respecto. La situación llegó a ponerse tan tensa que Cantú, tras descubrir violaciones al contrato de concesión por parte de la compañía Inglesa, decidió rescindirle a ésta sus derechos y en las tierras recuperadas fundó, entre 1916 y 1918, las colonias agrícolas Sonora, La Herradura, Abasolo, Benito Juárez y Zaragoza, al poniente de Mexicali.

Estas acciones del gobernante motivaron a otros campesinos a reclamar lo que en justicia les correspondía. En 1918 se fundó el sindicato “General Francisco Villa”, en Batáquez; siguieron otras organizaciones, cuya lucha —ha escrito la investigadora mencionada— “fue básicamente para obtener mejores salarios y condiciones de trabajo, como tener casas para trabajadores en los ranchos donde laboraban, leña, tiendas con productos baratos y desde luego salarios de acuerdo a los establecidos por el Departamento de Trabajo que señalaba para Baja California entre $3.00 y $4.75 diarios, los cuales muchas veces no eran respetados por las empresas extranjeras contratantes”.

La tristeza del coronel

El coronel Marcelino Magaña Mejía no se quedó con los brazos cruzados. Conocedor de la ley, sabía que el artículo 27 constitucional prohibía que cualquier extranjero poseyera bienes raíces dentro de cien kilómetros a partir de las fronteras, y de cincuenta desde las costas.

En mayo de 1922, el exvillista —al frente de un grupo de mexicanos— presentó doscientas solicitudes de tierra que se encontraban en manos extranjeras. Pero ante la falta de atención por parte de las autoridades, decidió invadir las hectáreas concesionadas a la Signal Mountain Co., donde levantó con sus hombres algunas chozas e iniciaron labores de barbecho. Los terrenos correspondían a lo que ahora son las colonias Progreso, Centinela y Sonora.

En su libro Crónica agrícola del Valle de Mexicali, Óscar Sánchez Ramírez —cuyo abuelo recibió del coronel Magaña las tierras donde la familia se asentó durante 53 años— dice: “Al coronel Magaña le correspondió el lote No. 18 de la col. Centinela No. 3, en donde construyó una casa grande de adobe con las paredes encaladas, por lo que se le llamaba la ‘casa blanca’; de ahí recorría toda la zona, siempre a caballo y vestido con ropa de caqui”.

En enero de 1924, el líder invasor escribió al presidente Álvaro Obregón: “Veo con tristeza que a lo largo de los caminos y frente a los terrenos nacionales, se levantan centenares de carpitas que dan sombra y abrigo relativo a centenares de estos compatriotas que están llegando del extranjero para recibir su parcela de tierra...”.

No había, sin embargo, respuesta del gobierno, aún. Los hombres de Magaña —que llegaron a ser 2,805— invadieron entonces los ranchos Coats y parte del llamado Rancho Verde (hoy ejido Orizaba). Ante tal amenaza, las autoridades les ofrecieron terrenos aledaños a la laguna Volcano, en las cercanías de Cerro Prieto; pero el grupo rechazó la oferta, pues ésas eran tierras improductivas y pantanosas.

Los campesinos prosiguieron su lucha. Exigieron que se les entregaran las tierras propiedad del italiano Víctor Carusso, en la colonia Progreso, las cuales estaban rentadas a los chinos, en franca violación a lo estipulado en el contrato. Magaña escribió entonces al Presidente: “No concibo que los terrenos sean rentados a extranjeros, mientras haya una inmensa cantidad de mexicanos solicitándolas”.

La gente del coronel recibía ya muchas presiones: la compañía de aguas les negó el servicio de riego, carecían de créditos para realizar las labores agrícolas y sufrían una constante vigilancia por parte del jefe de la policía montada, un hombre muy temido.

Harta de la situación, la Colorado exigió al presidente Plutarco Elías Calles que atendiera el problema. El mandatario ordenó al gobierno del distrito que recuperara tierras concesionadas. El gobernador Abelardo L. Rodríguez entonces canceló el contrato de arrendamiento convenido con Carusso e instaló en sus terrenos a 230 familias. Integró de esa manera el sistema de colonias denominado “Progreso y Anexas”.
Sin embargo, nada tonto, Rodríguez excluyó del reparto a los magañistas, quienes, desilusionados, se alejaron de su líder para poder conseguir tierras. La fuerza moral del coronel se redujo notablemente.

En 1926, casi ya sin seguidores, Marcelino Magaña contendió para una diputación y perdió las elecciones. Poco después, ese mismo año, se unió a la rebelión del general Enrique Estrada que pretendía invadir Baja California, y pasó a Estados Unidos. Allá fue aprehendido y encarcelado.

Sus padecimientos físicos se recrudecieron en la prisión y falleció al poco tiempo, en Marysville, California.
“Por mucho tiempo —escribió Sánchez Ramírez en su libro citado—, la parte correspondiente a la sección segunda de la colonia Sonora y parte de la sección 6ta de la Centinela, se llamaron colonia Magaña, pero oficialmente nunca recibió esa denominación y el nombre murió junto con los viejos compañeros del coronel Marcelino Magaña y Mejía”.


Bibliografía:

EL MEZQUITE, revista del INEA, Delegación Baja California. Año 4, número 12, enero-junio de 1990, pp. 84-88.

GARDUÑO, Everardo. Voces y ecos de un desierto fértil. UABC, serie "Museo"; Mexicali, 1991, 198 pp.

SÁNCHEZ Ogás, Yolanda. Bajo el sol de Mexicali. Mexicali, edición de autor, 1998.

______________ Movimiento agrario en el Valle de Mexicali. Dirección de Asuntos Culturales, Mexicali, s/f, 27 pp.

SÁNCHEZ Ramírez, Óscar. Crónica agrícola del Valle de Mexicali. UABC, Mexicali, 1990, 274 pp.

No hay comentarios.: