REVISTA DE POR ACÁ

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martes, 20 de noviembre de 2007

Aprovechar la experiencia


Publicado hacia 1999.


Al profe Del Real. al critico que alguna vez fue


Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

Los sudcalifornianos votaron por el cambio, no por un partido, se dice. Por eso en Mulegé se dio el caso peculiar de que los adversarios en otros municipios (PAN y PRD-PT) unieron esfuerzos y compartieron al electorado.


Sin embargo, no se puede todavía cantar victoria. La experiencia en otras entidades nos dice que la alternancia partidista en el gobierno no conduce automáticamente al cambio anhelado por la población.


He tenido la oportunidad de ser testigo —y protagonista, como ciudadano— de la tenaz lucha que en la última década se ha librado en este estado de Baja California, por llegar a ser una sociedad democrática. En estos diez años hemos transitado de la ilusión al desencanto, hasta convencernos de que la transformación social la hará posible solamente una ciudadanía organizada, crítica, exigente, participativa.


A nivel nacional, el incremento de la presencia opositora en el Congreso de la Unión, no se ha traducido —después de casi dos sexenios— en una mejoría del nivel y la calidad de vida de los mexicanos. Ha prevalecido la defensa de los intereses de las dirigencias partidistas y los grupos de poder; el golpe más reciente nos lo asestaron el PRI y el PAN con la aprobación del Fobaproa.


En Baja California, si bien durante la era ruffista se lograron algunos avances (la creación de la Procuraduría de los Derechos Humanos, pionera y tal vez única en el país; la ciudadanización total de las instituciones electorales; un amplio clima de respeto a la libertad de expresión), en otros campos ha habido un estancamiento, o al menos se ha caminado con lentitud, como el mejoramiento del sistema educativo, el combate a la corrupción y la impunidad, el apoyo a las actividades culturales.

Ya desde el gobierno de Ruffo Appel se detectaron prácticas priístas en el ejercicio del poder, que siempre el PAN había criticado: nepotismo, tráfico de influencias, control del Congreso del Estado por parte del Ejecutivo estatal, desvío de recursos públicos para apoyar las campañas panistas, entre otras. En los ayuntamientos de origen blanquiazul, se dieron casos tan lamentables que ensenadenses y tecatenses decidieron apoyar de nueva cuenta al PRI.


El trienio de Héctor Terán se caracterizó por su inactividad, haciendo juego la grisura de su gobierno con las canas que lucía el mandatario. Su sustituto, Alejandro González Alcocer, tiene inconformes hasta a los mismos panistas, que ya le dicen HAGA, y no AGA, como son sus iniciales. ¡Y todavía le quedan dos años y medio!

Con todo, la experiencia bajacaliforniana resulta positiva, pues nos ha demostrado que no debemos limitarnos a dar nuestro apoyo en las urnas al que consideremos mejor —o menos peor— candidato, o a emitir un voto de castigo, sino que debemos ser vigilantes de nuestras autoridades y exigentes del cumplimiento de sus compromisos, respaldar sus acciones de beneficio social, seguirles los pasos y cuidarles las manos.


Esta lección deben aprenderla también nuestros paisanos del sur del paralelo 28. De otro modo pueden repetirse gobiernos de abusos, saqueo y abandono.

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