REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

Consúltala en línea
aquí: volumen 1 y volumen 2.

También la puedes descargar, en formato pdf: volumen 1 y volumen 2.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Cultura y arte que restablecen

Publicado en 2004 en el semanario Bitácora.
Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

Con la asunción al poder del XVIII Ayuntamiento, encabezado por el priísta Samuel Ramos Flores, volvió al discurso oficial el tema del rescate del Centro Histórico y Comercial de Mexicali. Importantes sectores de la sociedad mexicalense han estado pugnando porque el gobierno municipal, de una vez por todas, elabore un proyecto a largo plazo con el objetivo de que la parte antigua de nuestra ciudad regrese a su época de esplendor --o lo más cerca que se pueda.

A lo largo de los últimos tres lustros hemos sido testigos del deterioro paulatino del también llamado primer cuadro de la ciudad. Dicen que el fenómeno se debe principalmente a la creación de la Plaza La Cachanilla, que atrajo a sí a un buen número de comerciantes. Y, además de esto, en diversas zonas de Mexicali se han asentado y fortalecido otros centros de negocios, lo que ha incrementado el éxodo de clientes hacia el sur, el oriente y el poniente.

Aunado a lo anterior, podemos mencionar como causa importante del daño que está sufriendo este sector la crisis económica del país, que ha llevado a muchos comercios a la quiebra y disminuido drásticamente los niveles de vida de la población. Por esta razón, las calles del centro cada vez muestran más edificios abandonados y desempleados y migrantes vagando por ellas.

El anterior ayuntamiento otorgó al primer cuadro el nombre oficial de Centro Histórico y Comercial. Sin embargo, esta zona en verdad no es ya el centro, geográficamente hablando, pues ha quedado recluida en el extremo norte de la mancha urbana. Tampoco es el centro comercial, por las razones que acabamos de comentar.

Sí es, definitivamente, un sector histórico. En él se encuentran las raíces de Mexicali, y durante las tres primeras décadas de vida de la ciudad los acontecimientos más importantes de nuestra historia ocurrieron en su demarcación. Posteriormente, cuando la vida política se trasladó en buena parte a Reforma y calle F --y áreas circunvecinas--, los habitantes del propio “pueblo” --como le llamaban al primer cuadro-- y de las colonias hacían en el centro sus compras de todo tipo, acudían ahí a los espacios de diversión (bares y cantinas, cafés, cines, parques públicos) y celebraban (los católicos) en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe --que después sería catedral-- las principales festividades religiosas.

Siempre, pues, que volvemos los ojos a nuestro pasado, el centro de Mexicali está ahí, amoroso acogedor de los habitantes de esta ciudad cálida y candente, que a lo largo las décadas hemos carecido de suficientes espacios para nuestro desarrollo social.

Es de elemental justicia, entonces, que el actual ayuntamiento eche a andar un proyecto de rescate de esta zona de Mexicali, con la participación de todos los sectores de la sociedad, pues a final de cuentas será para beneficio comunitario. Ya se empiezan a dar los primeros pasos, al parecer: se ha informado que se acordó la creación de un Consejo consultivo, el cual definirá las acciones que habrán de seguirse.

Quiero referirme, a propósito, a las experiencias que se han vivido y se están viviendo en otras ciudades, y que han resultado exitosas, según se dice. Hace alrededor de tres años, el escritor Hugo Hiriart escribió en la revista Proceso acerca de cómo los centros históricos de otras urbes del mundo se han revitalizado gracias a la actividad incesante de los artistas y creadores culturales.

Contaba el columnista que edificios en desuso se habían puesto en manos de pintores, escultores, actores, etcétera, para que establecieran en ellos talleres, galerías, teatros y llevaran a cabo allí su trabajo artístico. Poco a poco empezaron a llegar otras personas interesadas en mantenerse cerca de los nuevos residentes: propietarios de librerías, papelerías, galerías particulares, cafés, restaurantes, etcétera, lo que atrajo a un mayor número de visitantes a esas calles que habían caído casi en la soledad. De esta manera, antiguos centros urbanos habían vuelto poco a poco a tener vida, nueva vida.

En la ciudad de México se está llevando a cabo un proceso similar, gracias en buena medida a la alianza entre el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador --en estos días, a punto de ser víctima de una injusticia, con el desafuero-- y el empresario Carlos Slim Helú, el hombre más rico del país. Hasta ahora, algunas calles aledañas al zócalo de la capital mexicana ya han sido rehabilitadas; algunos edificios se ocupan otra vez, incluso con carácter habitacional.

En su número 16, la revista Centro, guía para caminantes --editada en la capital del país-- aborda como tema principal el del patrimonio universitario en el Centro Histórico de la ciudad de México. Esto es, se refiere a los bienes inmuebles que pertenecen a la Universidad Nacional Autónoma de México, muchos de ellos con cuatro siglos de historia, pues anteriormente pertenecieron a la Real y Pontificia Universidad de México, creada en 1553.

Con testimonios de universitarios y exuniversitarios --como el periodista Jacobo Zabludovsky, los políticos Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, el escritor Gonzalo Celorio, la astrónoma Julieta Fierro, la historiadora Alejandra Moreno Toscano, el escultor Sebastián, el arquitecto Teodoro González de León, y otros--, la revista recuerda el bullicio que se vivía en esas calles, todavía hasta 1954, cuando se creó la Ciudad Universitaria.

Entonces, dice Celorio, “comenzó el deterioro del Centro Histórico, porque se fue la juventud (…) Con los estudiantes se fue una parte importante de la vida de la ciudad, había perdido su vitalidad”. Y es que, como recuerda, por ejemplo, Zabludovsky, junto a los recintos propiamente académicos en la zona había también librerías, bibliotecas, papelerías, fondas, teatros, cines, bares y cantinas, salones de baile… en fin, todo lo que alumnos y maestros necesitaran para sus momentos de trabajo y de ocio.
Moreno Toscano, por su parte, recuerda cómo los estudiantes universitarios entonces tenían un contacto cotidiano con las personalidades de la intelectualidad mexicana de entonces. “Lo que se perdió --dice-- cuando la universidad se cambió, no sólo fue la vida y el bullicio de los muchachos, sino que se perdió esa manera de vincularse con la sociedad actuante, con la sociedad política, con la artística, con la nómina de los profesores”.

Por todo ello, Zabludovsky --quien es, además, integrante del Consejo Consultivo del Centro Histórico-- considera que algunos de los edificios del barrio universitario “deberían rescatar su antigua vocación educativa (…) Serviría para darle nueva vida al Centro, porque cuando los estudiantes llegan, nace de nuevo el café, se reestablecen las bibliotecas, se pone otra vez la papelería, llega el bolero y entonces estos servidores de estudiantes y de maestros empiezan a buscar casa por ahí, y el Centro tendría otro motivo para rehabilitarse”.

Una solución, entonces, para vivificar de nuevo el Centro Histórico y Comercial de Mexicali, podría ser la de inyectarle actividad académica y cultural. Creo que ello no sería difícil, habida cuenta de las agrupaciones de artistas e intelectuales que carecen de un lugar propio para desarrollar su trabajo. Sería cuestión de que presentaran sus proyectos a la entidad correspondiente, para que se analizara esa posibilidad.

Quizá valdría la pena, por ejemplo, que en lugar de que la universidad siga talando árboles para hacer crecer el campus central, vuelva sus ojos hacia el centro de la ciudad. Hay en él edificios históricos y bellos que, a pesar del abandono, no han perdido su atractivo. ¿No podría el ayuntamiento establecer alguna alianza con la iniciativa privada, como se ha hecho en el Distrito Federal, para rescatar esos edificios y ponerlos en manos de instituciones como la UABC?

¿Por qué no establecer un corredor histórico, que conduzca por sí mismo al caminante por las calles y sitios de valor para conocer nuestro pasado? ¿Por qué no realizar con mayor frecuencia tianguis o festivales culturales en plazas como la de los Niños Héroes de Chapultepec o la de Santa Cecilia?

¿Dónde se establecerá el futuro Instituto Municipal de Arte y Cultura de Mexicali? ¿Por qué no ubicarlo en el primer cuadro de la ciudad?

En fin. Habrá que esperar a que se cree el Consejo Consultivo y se den los siguientes pasos, para que se elabore el proyecto y se le ponga a funcionar. Ojalá dentro de tres años no estemos en las mismas, tal como ha ocurrido anteriormente, que los nacientes ayuntamientos hablan de un proyecto de rescate y sólo se han limitado a tapar baches y a asaltar a los migrantes y desempleados.

No hay comentarios.: