REVISTA DE POR ACÁ

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sábado, 25 de octubre de 2008

Baja California, pasado y presente


Publicado en La Crónica en 1996.

Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


El estudio de la historia puede ser divertido, entretenido, atrayente; el niño es capaz de convertirse en un viajero por el tiempo y el espacio, ser testigo de las emocionantes epopeyas que forjaron nuestro presente y deslumbrado admirador de las riquezas de esta incomprendida tierra.

La historia no tiene que ser forzosamente una sucesión insípida de nombres y fechas inconexos entre sí; una narración desanimada de acontecimientos pretéritos que poco o nada ayude en la realidad del alumno.

El conocimiento de la historia puede transformarse en una necesidad que el niño busque satisfacer investigando en diversas fuentes, preguntando a sus mayores, cuestionándose acerca de los porqués del estado actual de su comunidad.

Es posible, pues, llegar a comprender que la historia está viva, es inacabable y la suma del esfuerzo de cada uno de los que poblamos estas regiones. El niño puede darse cuenta de que él es y será sujeto activo del devenir de su terruño.


Los primeros sabores de la identidad

Porque no es un sueño guajiro conducir a los niños a que se interesen, e incluso se apasionen, por la historia, la maestra Aidé Grijalva pone a disposición de los pequeños alumnos, sus maestros y padres, el libro Baja California, pasado y presente, texto de apoyo para el tercer grado de primaria.

A través de sencillas y amenas lecciones, atractivas ilustraciones y divertidas actividades, Grijalva Larrañaga busca apoyar al profesor en su tarea de mostrar al niño la realidad pasada y presente del estado, y lograr que el alumno sienta los primeros jaloneos del arraigo regional, los sabores iniciales de una identidad incipiente.

“Este libro tiene varios objetivos”, explica la autora en la presentación de la obra. “El fundamental es eliminar la enseñanza tradicional de la historia y la geografía, en donde los datos, nombres y fechas son prioritarios. Lo que queremos es que nuestra niñez entienda en líneas generales la relación del hombre con la naturaleza, la capacidad transformadora del hombre sobre la misma y el desarrollo histórico del estado de Baja California, producto de esta relación”.

Tres aspectos del libro de Aidé Grijalva me interesa destacar:

a) La historia como entretenimiento. Ante la convicción a veces generalizada –incluso entre los mismos profesores– de que el estudio de la historia es aburrido, la autora propone una manera entretenida de abordarlo. Primeramente, presenta lecciones amenas y sencillas, donde no se sigue una secuencia cronológica centrada en nombres y fechas, sino una explicación que ubica al niño en el contexto de que se trata. Las páginas están ilustradas con simpáticos dibujos, y las lecciones se titulan con nombres sugerentes: “¡En sus marcas!...”, “Paso a pasito”, “Los hijos del hielo”, “Nos fuimos haciendo menos” –aunque hay otros que tal vez no hagan evocar gran cosa a un niño de ocho años, como: “Reloj, no marques las horas” y “Pasarán más de mil años”–. Además, se invita al alumno a aprender jugando, con laberintos, crucigramas, sopas de letras, rompecabezas, serpientes y escaleras, adivinanzas y la oca.

b) Valoración de lo regional. Para que el niño aprecie los distintos aspectos que conforman la entidad, Aidé Grijalva va más allá del programa de la materia y muestra al alumno algunos ejemplos de la creación artística de la región: fragmentos literarios de escritores locales, como Facundo Bernal, Gabriel Trujillo Muñoz, Jesús López Gastélum, José Manuel Di Bella, Fernando Jordán –¿cuándo se estudiará la literatura bajacaliforniana en las escuelas?–; además, ilustraciones del pintor Carlos Coronado Ortega para las portadillas de los capítulos. Quizá, el primer acercamiento del pequeño alumno al arte de Baja California.

c) La historia propiamente del estado. Contra la tendencia tradicional a estudiar nuestra historia como parte de los sucesos de la porción sur de la península, o como consecuencia de los acontecimientos del sur de California, Grijalva Larrañaga retoma el acontecer de la entidad reconociéndole un valor propio, sin omitir –claro está– sus causas externas; al mismo tiempo, divide la historia estatal de una manera distinta a la usual (prehistoria, colonia, independencia, etc.), caracterizándola por sus rasgos peculiares. Subraya a los niños que el nombre correcto de nuestro estado es Baja California, sin el “Norte” que comúnmente se le adiciona; que en la región no hay saguaros (el texto dice “sahuaros”), sino cardones; que fueron los dominicos, y no los jesuitas, quienes realizaron la principal labor en la etapa misional. Sin embargo, a la autora le falta mencionar, dentro de los indígenas bajacalifornianos, a la extinta etnia de los cochimíes (no los cochimí actuales), que ocupó dos terceras partes de nuestro territorio.

El libro Baja California, pasado y presente (Corporación Editorial Grafik) obtuvo el segundo lugar en el concurso del libro de historia regional de la SEP. Su autora, Edna Aidé Grijalva Larrañaga, es maestra en historia y representante de la Universidad Autónoma de Baja California en la Ciudad de México, entre otras funciones que realiza dentro de la instituciòn.

Su obra está ahí, en las librerías locales, para que la aprovechen los profesores, los niños y los padres de familia. Gracias a ella se sentirán también parte importante de la historia. Y se divertirán, claro que sí.

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